La integración de los más pequeños es clave en la asimilación de cualquier comunidad extranjera. Y en esa tarea, la educación juega un papel fundamental. La comunidad rumana en Aragón cuenta con el trabajo de profesinales como Liliana Puscas, mediadora intercultural del Centro Aragonés de Recursos para la Educación Intercultural (CAREI), que tiende puentes entre ambas culturas para que los más pequeños se integren sin problemas en las escuelas.

"Rumanos y españoles compartimos raíces latinas y eso hace que los rumanos aprendan fácilmente el idioma en un nivel básico, aunque luego aparecen dificultades que hay que resolver", indica Puscas. Los padres rumanos conceden una gran importancia a la educación de sus hijos. El sistema impuesto durante décadas por Ceaucescu primaba los resultados por encima de todo y fomentaba la competitividad, algo que choca con el modelo español: "A las familias también les cuesta entender este sistema educativo. No conciben el horario partido, ni que haya que pedir cita para hablar con el profesor, ni que no se fomente la superación de los chicos. En Rumanía se sigue premiando a los que destacan y el fracaso del alumno es un fracaso personal. El hijo bueno es el que estudia y saca buenas notas. El que suspende es malo", explica. Por contra, Puscas señala como defectos del modelo de su país la "escasez de recursos", "la desatención escolar de los discapacitados" y la "tardanza en el inicio de la escolarización obligatoria".