En la comunidad aragonesa, el 32% de los incendios ocurridos durante el verano son detectados por vigilantes de puestos fijos con el agravante de que la mayor parte de estos incendios son causados por rayos que caen en zonas de accesos complicados y poca población cuando no deshabitados.

Durante la época de máximo riesgo se activan 80 puestos fijos de vigilancia situados de manera estratégica para dar cobertura a la mayor parte del territorio aragonés, 24 de ellos en Huesca. Este operativo y su personal viene a suponer al Gobierno de Aragón una inversión de 1.200.000 euros cada campaña. Nuria Carrera es vigilante de uno de estos puestos, el de Puxilibro, a 1.486 metros de altura, cerca del castillo de Loarre. "Somos los ojos del operativo. Los primeros que vemos el fuego, los primeros que lo situamos y los primeros que avisamos", asegura.

Según la estructura de los puestos fijos, se distinguen tres tipos diferenciados: casetas, torres y refugios, aunque todos ellos cuentan con el material necesario para el correcto desarrollo de sus funciones, como brújula, regleta graduada y prismáticos brújula.