El joven D. H. D., de 18 años, espera que alguien grabase su detención del pasado viernes, a la altura de la calle Palafox. Sostiene que el vídeo, si lo hubiese --tanto él como su abogada lo buscan en las redes sociales--, demostraría que él no estaba haciendo nada cuando varios agentes de la Unidad de Prevención y Reacción (UPR) se le echaron encima. Como resultado, su parte médico reflejaba un "refiere dolor en la órbita ocular derecha"; esta semana aún conservaba un ligero moratón.

Como es lógico, su versión y la que refleja el atestado policial son casi opuestas. Este recoge que los agentes le vieron, tapado con braga y capucha --que no llevaba cuando fue arrestado-- lanzando botellas a un furgón policial, y que "sin perderle de vista" le siguieron hasta la calle Palafox, donde le arrestaron. Al inmovilizarle en el suelo --él asegura que también le golpearon--, una chica acudió en su ayuda y fue la segunda de los cuatro detenidos.

D. H. D. asegura que él no buscaba problemas, y de hecho se alejó corriendo cuando vio cómo la Policía cargaba, una vez que un grupo de encapuchados empezó a romper los cristales del Mercadona de la calle San Vicente de Paúl. Perdió a sus amigos, y les llamó para devolverles una mochila --tiene el móvil y mensajes de WhatsApp que lo acreditan--, cuando se vio rodeado de manifestantes corriendo y llegó la Policía.

Pese a que sostiene que no hizo nada, pese a su imputación por desórdenes públicos y daños y pese a la noche en el calabozo, el joven asegura que acudirá hoy a la nueva manifestación. Y anima a hacer lo mismo. "Que la gente no se calle, que no se que quede en casa, que no tenga miedo. Aunque paguemos justos por pecadores, la protesta es el único camino", insiste.