Todavía una semana de campaña electoral para llegar al deseado día de reflexión. Siete días que se nos van a hacer muy largos si imitan al comienzo de la campaña. Entre la perplejidad y el desánimo nos encontramos parte de los votantes ante las estrategias de los partidos políticos, ya no les digo frente a las propuestas, si no al tono insultón, provocador e incendiario en los casos más extremos.

¿Qué hemos hecho para merecer esto? ¿Qué idea tienen los equipos de asesoramiento sobre lo que nos motiva y lo que nos genera confianza? O estamos mandado mensajes equivocados o alguien los distorsiona, a propósito, importando poco que la convivencia se resienta. Como dice el filósofo Gomá, en los casos menos felices podemos convertirnos en un ejemplo de lo que no hay que ser, decir y hacer. Cuánto peor les dan las encuestas más bronco es el discurso y más hiperdeclarativo. A los que van ganando en su electorado, mantienen un perfil bajo, más propositivo intentando que todo permanezca así hasta el día 28. Pero en la última semana de campaña todo tiende a cambiar, las últimas encuestas que publicarán mañana los medios y los trackings internos de los partidos sirven de medida para el viraje de la estrategia. Además de intensificar los vídeos y los actos resultones, los que sigan por debajo de sus expectativas intentarán frenar antes de estrellarse, y el candidato del PSOE reforzará su perfil presidencial con respaldo internacional.

Caso aparte es el de Vox que se mueve en la oscuridad, entre su defensa de las armas, las mujeres guapas y los cadáveres en las cunetas. Hay además factores imposibles de predecir, lo fue el movimiento 15M, los atentados de Atocha o la utilización de documentación contra los candidatos, a veces por fuego amigo como en el caso de la declaración de la renta de Esperanza Aguirre. Cualquier acontecimiento natural o provocado a pocos días de las elecciones puede producir un corrimiento de votos. El traspaso de votos parece imposible entre los bloques de centro izquierda y centro-derecha, se produciría en su interior. Y eso sí, será decisivo para la posible formación de gobierno. De todos modos, a mí no me salen las cuentas, o es que prefiero que no me salgan por lo que se refiere a la ultraderecha. Entramos en la semana del pánico, y habrá que intentar salir indemne.