José Neira es una eminencia en el campo de la robótica. No obstante, aparece para posar en la foto junto a un pequeño juguete, el favorito de sus sobrinos. Acaba de ser nombrado 'fellow' de la mayor sociedad técnica del mundo, el IEEE, aunque sus tablas como profesor en la Universidad de Zaragoza hacen sencilla la comprensión de todo lo que dice. Llegó de Colombia para hacer su Doctorado en robótica hace más de 30 años y aquí se gestó su carrera investigadora.

¿Cuáles son los tópicos sobre robótica en los que no deberíamos caer en esta entrevista?

Uno es que los robots le quitan a la gente el trabajo, y la realidad es que eso pasa poco. Es igual que con los ordenadores en los años 80: cuando empezaron a usarse hubo empresas que ya no necesitaron a la gente de contabilidad, que solía ser la planta entera de un edificio. Los robots pueden reemplazar en trabajos que son muy duros, aburridos o peligrosos en las líneas de producción, en las minas o en los hospitales.

¿Es la sociedad todavía reticente a que la robótica nos inunde?

Tal vez el cine promueva una idea un poco peligrosa de los robots. En el cine los robots son siempre una amenaza, un peligro o una competencia. Pero también el cine y la literatura promueven una imagen fascinante y futurista de lo que podrían ser.

A mí me recuerda a los ludistas, aquellos que destruían las máquinas en el siglo XIX.

La tecnología siempre tiene una parte negativa y otra positiva. Y depende de la sociedad hacer un uso bueno o malo. El ejemplo clásico es la dinamita, que fue inventada por Alfred Nobel para facilitar el trabajo en las minas y la hemos terminado usando en las guerras. La ética en el uso de la tecnología la debe poner la sociedad. Y efectivamente hay que regular y cuidar que el uso de los robots se haga de forma beneficiosa.

¿A usted le ha dado alguna vez miedo un robot?

Le he tenido miedo a un brazo robótico que tenemos en el departamento y al que llamamos puma. Lo teníamos en una zona de seguridad porque esos mecanismos tienen una fuerza enorme. Si no se controla adecuadamente y entra en contacto con una persona la puede matar sin ningún problema. Pero no porque se la programara de forma amenazadora, sino por errores que pudiéramos cometer o por no vigilarlo lo suficiente. Pasa también con los coches autónomos: hay enormes avances, pero sigue habiendo riesgo para las personas.

¿Qué harán por nosotros los robots en el futuro?

Los coches autónomos, por ejemplo, tienen una gran ventaja: conducen mejor que las personas. Yo no tengo carné, pero sé que los humanos somos pésimos conductores. Su uso será positivo para que haya menos accidentes, menor mortandad y un mejor uso de la gasolina.

¿Y fuera del mundo de la automoción?

Por ejemplo, la medicina asistida: la intervención quirúrgica asistida por robots. Esto puede corregir en muchos casos los problemas de movimiento o precisión con la que un cirujano lleva a cabo una operación.

Para eso hacen falta sensores ultraprecisos… y ese es su campo de trabajo.

La robótica autónoma necesariamente hace uso de sensores. Para que pueda desplazarse de forma autónoma en un entorno que en principio desconoce necesita cámaras o sensores láser para hacer un mapa. Es cierto que esos sensores o cámaras pueden ver más de lo que vemos las personas.

¿Como los murciélagos, que también se guían sin vista?

Lo hacemos todos los seres vivos que tenemos movilidad, nosotros con la vista y los murciélagos con el sónar. Las cámaras y los ojos usan la luz que reciben para estimar la distancia a la que están las cosas. Cuando vas caminando, calculas de forma inconsciente a qué distancia está la puerta, para luego abrirla y pasar justo por el centro.

Inconsciente para nosotros, pero para el robot, no. ¿Cómo le enseñamos?

Como es algo inconsciente, la percepción es uno de los problemas que menos comprendemos. Hemos desarrollado una serie de algoritmos y métodos para procesar la información visual, de láseres o de sónar, pero de momento no podemos imitarla. Necesitamos progresar más para acercarnos a lo que un humano o un animal es capaz de analizar de forma automática.

Para comprender la percepción humana, ¿es importante para la robótica relacionarse con otras ramas del conocimiento?

La ingeniería siempre ha encontrado mucha inspiración en la biología. Lo que pasa es que no queremos construir un robot para que sea como una persona. Queremos algo mejor: que tenga capacidad de volar, de funcionar en el espacio, que vea mejor de noche, que tenga visión de 360 grados, etc. Queremos máquinas mejores que nosotros, porque… humanos ya hay muchos. Queremos otra cosa.

¿No cree que nos creará un poco de complejo de inferioridad?

Pues yo espero que no. También podemos ver en los animales que existen habilidades de percepción mejores que las nuestras. Los seres humanos somos más bien débiles, nuestra fortaleza es la mente.

¿Será el siguiente paso en la evolución?

¿Los seres híbridos? Ya está ocurriendo desde hace tiempo y en cierta medida. Yo tengo un implante artificial de titanio. Hay mucha gente que tiene aparatos que mejoran cómo oyen, cómo ven. Los exoesqueletos permiten mejorar la fortaleza de los humanos para cargar objetos pesados sin hacerse daño. No lo llamaría evolutivo porque va mucho más rápido que la evolución. La evolución es muy lenta y nunca tiene dirección. Esto es simplemente desarrollo.

La investigación tiene en general objetivos muy claros. Para conseguir financiación pública en España y en el mundo debes tener objetivos claros declarados que los Gobiernos entiendan que pueden contribuir al progreso de la humanidad. Pero la investigación también tiene fallos. Participo en un programa de la Comisión Europea de promoción de la investigación para personas con lo que llaman ‘crazy ideas’, ideas locas. Tienen un riesgo de no ser exitosas, pero si lo son, el beneficio es muy grande. Se trata de financiar ideas revolucionarias, y si fallan no nos importa, porque también aprendemos cosas.

La idea más loca que conozca.

Una investigadora que proponía usar robots que imitaran plantas y funcionaran como árboles, que se comunicaran químicamente con bosques reales para estudiar esa comunicación y lo que desconocemos sobre sus relaciones. Su hipótesis era que son seres sociales que se comunican de forma química a través de la atmósfera o la tierra, que se alertan unos a otros de posibles plagas u otras cosas que estuvieran pasando.

Con la pandemia se ha subrayado el problema de la soledad. ¿Tendremos acompañantes robots?

Ya lo son. Y desde hace tiempo. En Japón desarrollaron no solo perros, sino otros animales robóticos que funcionan de manera muy sencilla pero que hacen compañía a las personas porque gesticulan, ponen caras, cambian la expresión de los ojos… En el MIT, en EEUU, existe un proyecto, 'KisMet', que se basa en estudiar cómo los robots podrían hacer expresiones faciales, entender las nuestras e interactuar como lo hacemos los humanos.

Pero ni son humanos, ni los ‘perros’ son perros.

Pero no nos importa que no sean humanos. Si son receptivos a nuestros estímulos los consideramos una compañía, una ayuda o un complemento. Incluso a las aspiradoras que hay en muchas casas la gente les pone nombres y las visten. Los humanos lo interpretamos de forma positiva sabiendo perfectamente que son solo máquinas.

Como en 'Blade Runner'…

Sí, pero la escena más famosa de la película es cuando el robot le salva la vida al protagonista. De alguna forma envidia que sea una persona viva. Admira y respeta esa vida y se la perdona. Se deja morir y salva la vida al héroe.