"Llevo cinco años en el paro, haciendo de vez en cuando alguna chapuza. Vengo de la obra, pero no me gusta. Yo siempre he querido estar en el campo y he hecho cursos de viverista, de botánica- pero luego te vas a un vivero y trabajas sin contrato y a 3 euros la hora. Y son los principales de la ciudad". Manuel, 26 años, es uno de los alumnos de la escuela agrícola verde km 0. Bajo el sol de otro día caluroso del benigno mes de octubre, conversa junto a sus compañeros Chus y Adrián sobre lo que esperan de este curso. Los tres aseguran estar decididos a dedicarse a cultivar la tierra pese a la dureza del oficio.

"Casi nadie venía con conocimientos previos. Yo por ejemplo sí llevo cultivando varios años en ecológico y en el pueblo tenemos almendros, pero es duro. Lo hacemos manual extendiendo una lona", presenta como credencial Adrián, también 26 años y con una larga lista de empleos precarios.

Durante las primeras clases, impartidas en el edificio Torre de Santa Engracia (todavía en obras), los aprendices de hortelano están descubriendo las bondades del cultivo ecológico. "Vemos que, además de ser más saludable para el cliente y la tierra, encima resulta más barato para el agricultor", comenta Chus, de 24 años y ningún contrato firmado hasta ahora en sus exiguas experiencias laborales.

Los primeros conceptos de organización en cooperativas y administración se complementan con sesiones prácticas a pie de huerto. En esta ocasión han aprendido a elaborar bocashi, un abono orgánico fermentado con tierra, estiércol, paja, salvado de trigo, agua, levadura, carbón y ceniza. Luego practicarán la ahoyadura de setos, el biotriturado y la instalación de tuberías y mangueras.

Todavía sin apenas bagaje, atisban las primeras complicaciones en el horizonte: competir con los grandes distribuidores logrando una producción rentable, su relación con el agricultor convencional que puede verles como invasores, hacerse un hueco en el mercado, que el ayuntamiento consiga realmente las tierras en las que cultivar- "Cuesta superar el choque con la agricultura tradicional. La gente mayor tiene un concepto de la ecología muy peculiar. Oyen esa palabra y piensan ¡ya me van a joder el campo! Y esto no es solo una moda de hippies", reflexiona Manuel. "El proyecto se basa en la cercanía. Trabajo y producto para la gente de aquí", explica Chus. "Si tienes un producto bueno de tu tierra, qué haces recibiendo aviones de ese artículo que encima sale más barato", critica Adrián.