Yo mismo lo dije tal cual en varias ocasiones. Pero me refería a antes... A antes del último 23-A, cuando parecía que las izquierdas habían captado la lógica electoral que se impondrá dentro de un año, cuando el PSOE daba a entender que comprendía cuánto necesita un mensaje claro, coherente e inequívocamente progresista, cuando Podemos intentaba recuperarse de la era Echenique y se suponía que la marca ZeC estaba fuera de toda discusión, cuando, en fin, Lambán era capaz de reivindicar una financiación más justa para Aragón porque, si no, esto no da más de sí. Pero luego todo se ha liado. Y no es que las tribulaciones de las izquierdas (causadas básicamente por el feroz virus del sectarismo y el oportunismo) se estén traduciendo en ventajas claras para el PP, que cada vez teme en mayor medida el auge de Ciudadanos. En realidad hemos entrado en una etapa confusa, embarullada y repleta de bajas pasiones.

En esta última semana se han producido dos hechos importantes y bastante tremendos. De un lado, el PSOE ha invertido su política de pactos (o ha amagado con invertirla) virando hacia Cs después de haber utilizado a Podemos, CHA e IU para sacar adelante los presupuestos del Gobierno autónomo. Fea jugada, porque ya había una comisión interparlamentaria que estaba estudiando el tema del impuesto de Sucesiones. CHA, que incluso está en el Ejecutivo, quedo desairada, por más que luego se intentara tapar el feo con un miniacuerdo en paralelo. Lógicamente, el PP ha reaccionado reclamando mayores descensos de la presión fiscal en la comunidad. Según las propuestas de su actual líder, Beamonte, la eliminación de impuestos sería muy amplia y acabaría privando a la hacienda aragonesa de 230 millones de euros. ¿Cómo se compensará semejante descenso de los ingresos? Con el incremento de otras tasas por mor de la reactivación económica, dicen los más liberales. ¡Ja! Un agujero de 230 millones se llevaría por delante las inversiones reales (solo 185 millones en este ejercicio) y aún habría que recortar unos cuantos millones más. ¿Dónde? Esa es la madre del cordero.

Así, mientras Teruel pide más oportunidades y el coste de los servicios en el enorme Aragón vacío aumenta año tras año, el Gobierno central está en otros temas y aquí ninguna fuerza política ha sido capaz de precisar una propuesta que permita equilibrar las cuentas aragonesas.

Por otra parte, las izquierdas están a punto de perder la oportunidad que les brindó la actual legislatura autonómica y municipal. La posibilidad de que ZeC explosione sin remedio se combina con el hecho de que el PSOE zaragozano esté siendo escenario de una lucha interna mediante la cual los viejos clanes intentan recuperar su control de las agrupaciones. Malas perspectivas cuando la tarea pendiente sería presentar en el 19 candidaturas atractivas y ganadoras. Peor todavía: si el laberíntico espacio existente a la izquierda del socialismo se agita y fractura con instinto suicida, esta última fuerza manda señales de que prefiere volver a apoyarse en la derecha (antes el PAR, ahora Cs) para no perder las poltronas. Pues lo llevan claro.