Cuando el departamento de Sanidad del Gobierno de Aragón propuso a los profesionales sanitarios que disfrutasen de sus vacaciones «prioritariamente» en los meses de verano, no se preveía que el temido rebrote de otoño llegara de manera anticipada en pleno mes de julio. Pero así ha sido. El coronavirus, cinco meses después de poner patas arriba prácticamente a todos los países del mundo, sigue sorprendiendo a los departamentos de Sanidad y a los profesionales sanitarios que deben hacerle frente. Y este verano, en Aragón, el problema es que se han juntado el incremento incesante de casos desde finales de junio con el merecido periodo de descanso vacacional de los profesionales sanitarios. Todo ello, además, con unas reservas inexistentes de médicos o enfermeras que puedan entrar a cubrir las necesidades del servicio.

Concepción Ferrer, presidenta del Colegio Oficial de Médicos de Zaragoza, añadió además otro factor de «riesgo». El hecho de que «una buena parte de los profesionales de Atención Primaria tengan entre 55 y 60 años, con patologías como la hipertensión», lo que dificulta que puedan hacer frente a labores relacionadas con el control de la epidemia. «Los propios centros se están organizando, pero Atención Primaria está asumiendo todas las tareas de contención y control del coronavirus», denunció.

Para la presidenta del colegio, «el volumen de asistencia (en los centros de salud) se ha desbordado». Tanto, que en algunas zonas rurales se están haciendo 50 PCR diarias. Y otras, urbanas, de las más afectadas, llegan al centenar. «Eso significa que tienes prácticamente bloqueado el centro de salud, con una parte ingente de los recursos destinada a tomar muestras, hacer las pruebas, y posteriormente el rastreo y seguimiento de los contactos», indicó.

Isabel Monreal, médico de Atención Primaria y coordinadora del centro de salud Arrabal, subrayó que las plantillas están mermadas. En su caso, «no se ha repuesto la plaza de una jubilación y otra que se había cubierto, se ha marchado porque tenía otro contrato mejor». Además, alertó del riesgo de que los profesionales no puedan disfrutar, tampoco en verano, de sus vacaciones: «Tenemos compañeros al borde de la baja por la presión y el estrés. Si la situación se complica y hay que modificar las vacaciones, la situación será aún peor». En su caso, realizan «unas 70 PCR cada día, frente a las 10 o 15 de principios de junio». La cifra, asegura, «ha ido en progresión, y sigue subiendo».

Otro de los centros de salud más castigados por los rebrotes es el de Delicias Norte, que la semana pasada efectuaba una media de 100 pruebas PCR diarias y esta semana, aun habiendo bajado ligeramente la presión, continúa realizando unas 80 al día.

La médica de Atención Primaria Pilar Lafuente, anterior coordinadora del centro de Delicias Norte, considera que estamos «en un periodo crítico». Y recordaba cómo han tenido que incrementar los recursos dedicados al seguimiento de casos al verse desbordados por los nuevos contagios. «Al principio teníamos una rastreadora, que dedicaba a ello dos horas de su jornada laboral», señaló. Unas semanas después, al verse desbordada por la demanda creciente, tuvieron que solicitar refuerzos. Y a la enfermera contratada a principios de junio, se sumaron dos trabajadores sociales. «Y pensamos reforzar todavía más, porque los casos van al alza», aseguró.

Natalia Formento es la enfermera que llegó al centro de salud de Delicias Norte a principios de junio, con los nuevos contratos de Sanidad en Atención Primaria. «Pasamos de hacer unas 20 PCR al día al principio a hacer unas 90 diarias desde hace dos semanas», explicó. Y recordó que en solo dos semanas «empezó a subir de manera exponencial el número de casos y en cuestión de días el rastreo era inabarcable para una sola persona».

Ahora, con el refuerzo de dos trabajadores sociales, pueden repartirse las funciones, pero la demanda no decae. «En estas semanas, llamamos a entre 70 y 80 personas cada día, eso teniendo en cuenta que a los contactos solo se les llama cada dos o tres jornadas», explicó. Del seguimiento de los positivos con sintomatología leve se encargan los médicos. De sus contactos y de aquellos que han dado un resultado negativo en la prueba pero deben permanecer en aislamiento, las enfermeras y trabajadores sociales. Un trabajo muy exhaustivo y que es la clave para atajar la expansión, de nuevo, del coronavirus.