Leopardos en el Moncayo, antecesores al oso de las cavernas en el valle de Hecho o hienas en Teruel son algunos de los animales que configuraban el paisaje de la comunidad en un periodo de tiempo, que va desde los 400.000 hasta los 3.000 años y que incluye las épocas del Pleistoceno Medio y Superior y el Holoceno. Los testigos que acercan la fauna de estos tiempos remotos a la actualidad son los yacimientos paleontológicos, gracias al trabajo desarrollado por la sección de macromamíferos del grupo Aragosaurus, de la Universidad de Zaragoza, en los últimos años.

Las labores que han desarrollado han permitido localizar ocho yacimientos nuevos en los últimos cuatro años en cuevas del Pirineo y estudiar otros cuatro ya conocidos anteriormente en el Moncayo, Teruel y Pirineo, que aportan algunos hallazgos de relevancia, como el primer cubil de leopardos donde se acumulaban huesos, de las presas de estos animales, encontrado en Europa, en Purujosa, o los restos de Ursus deningeri, encontrado en una cueva a 2.160 metros de altitud en el valle de Hecho. Este es el antecesor de los osos de las cavernas, de los que también se conocen miles de restos en la Cueva de Tella.

El grupo, compuesto por los investigadores Raquel Rabal, Víctor Sauqué y Diana Ramón, coordinados por la profesora de la Universidad de Zaragoza Gloria Cuenca y con la colaboración de José Ignacio Canudo, desarrolló su búsqueda del tesoro también con el apoyo del Centro de Espeleología de Aragón, cuyos expertos ayudaron a los paleontólogos a localizar, acceder y estudiar las cuevas. Esta exhaustiva labor, que les llevó a cavidades alojadasen terrenos calizos por las condiciones que ofrecen para el hallazgo de fósiles, acerca a animales de hábitos cavernícolas, desvela trampas naturales que acumularon huesos de ejemplares que allí murieron, descubre acúmulos que las hienas hicieron para sus crías o incluso muestra la acción humana, como industria lítica del Musteriense, propia de los neardentales.

El camino, atendiendo a su antigüedad, comienza en la Cueva de los Huesos de Obón, en Teruel, y muestra los restos de hienas de cerca de 400.000 años. En el otro extremo se encuentra el hallazgo de «unos esqueletos muy completos de bucardo», como explica Rabal, en la Cueva de los Bucardos, donde también estaba la punta de una flecha, lo que hace pensar que el animal se refugió herido de algún cazador en la cavidad.

Se trata de yacimientos que guardan particularidades, como por ejemplo el de la Brecha del Rincón, a gran altitud y que «solo por encontrar la especie Ursus deningeri ya es importante», como subraya la experta, puesto que no se cuentan muchos en la península. También destaca el de la Cueva de los Batanes, el yacimiento «con más acumulación de cabras montesas» del territorio ibérico y que suponía una trampa natural para estos animales. También el de la Cueva de los Rincones, del que se hicieron eco publicaciones internacionales cuando se dio a conocer, en el 2014, ya que se trató del primer cubil de leopardos hallado en Europa.

Diversidad

El periodo no fue uniforme si se atiende al clima, ya que durante ese tiempo tuvieron lugar glaciaciones que trajeron a la península animales adaptados al frío, como los mamuts. No obstante, y aunque se piensa que pudieron estar en el actual territorio de Aragón, ya que se han hallado en otros puntos del país como Granada o la cordillera cantábrica, lo cierto es que por ahora no se han encontrado restos.

A pesar de no encontrarse este tipo de fauna todavía en el territorio aragonés, la diversidad encontrada solamente por este grupo ya es considerable: tres tipos de oso (de las cavernas, deningeri y pardo), lobos, hienas, leopardos, sarrios, corzos, caballos, ciervos, bucardos y otras especies aguardaban en las entrañas de Aragón a que los investigadores acertaran en sus estimaciones para identificar yacimientos.

Precisamente, este trabajo contó con el apoyo de los espeleólogos, una labor «de muchísima importancia», como subraya Rabal, ya que estos especialistas «son los que más conocen las cuevas» y colaboraron «en casi todas las excavaciones. Además, la investigadora matiza que, gracias al interés despertado por la paleontología, avisan al grupo en cuanto ven «un hueso que les parece interesante» en alguna cueva.