La borrasca Filomena dejó algo más que cientos de fotos en las redes sociales de cada uno de los rincones blanquecinos de Aragón. Dejó desperfectos; techumbres abombadas o directamente destrozadas, como la de la Feria de Muestras que estará reparada para junio; colegios con aulas inservibles, como el Don Bosco de Zaragoza; municipios incomunicados y campos arrasados que han provocado que se disparen los precios de la cesta de la compra.

En la capital aragonesa la nieve se cebó con un arbolado debilitado que ante cualquier situación atmosférica adversa acaba siendo el protagonista. Las incidencias que se registraron el fin de semana en el que Filomena dejó un manto blanco por todos los barrios fue tal que a día de hoy, un mes después, desde el servicio de Parques y Jardines todavía siguen trabajando para retirar los acopios de ramas rotas y caídas. Ni la empresa que se encarga de su gestión, FCC, ni el consistorio informaron sobre el número de ejemplares que se vieron afectados.

Uno de los parques que salió peor parado fue el de Pignatelli, donde ayer todavía se veían árboles cercados por precaución y a la espera de ser talados o podados y ramas acumuladas en montones. Lo mismo sucedía en el de José Antonio Labordeta o en alguna que otra zona ajardinada, como en el Arrabal, donde se acumulan los restos entre las calles Matilde Sangüesa y Camino del Norte. En el parquee Delicias sucede lo mismo, en un rincón se ven los rastrojos que dejó la borrasca a la espera de ser recogidos.

En el territorio

Pero Filomena no solo se cebó con el arbolado. Las dificultades para recoger la producción disparó los precios de la fruta. Los campos quedaron cubiertos por un manto blanco y las bajas temperaturas los helaron. Ahora, un mes más tarde, la producción se ha recuperado de la caída del 60%, pero los precios continúan a la baja, según explica el presidente de la Asociación de Hortelanos de Zaragoza, Cristóbal Omedes. Uno de los cultivos más afectados por el temporal fue la borraja, tan característica de Aragón y tan azotada por el temporal. Los invernaderos se vinieron abajo, y la producción cayó en picado. «Hay que reconstruirlos otra vez. Estamos limpiando las zonas afectadas, aunque se ha roto todo. De cara a la temporada de verano empezaremos a trabajar», explicó Vicente Mene, de la empresa Hermanos Mene, que celebra que la borraja ya se cultiva con normalidad.

El olivar aragonés quedó destrozado. Ahora toca cortar los árboles y limpiar las ramas para que vuelvan a crecer, tarea ardua y costosa, económicamente hablando. «Tenemos que retirar todas las ramas caídas, hay gente que puede ir saneando costes, pero otros agricultores se limitan a estos trabajos. Todo depende de la mano de obra, y hay que tener en cuenta que estamos en la España vaciada y no la hay», matiza el responsable del sector del olivar en UAGA, Joaquín Morella.

Hace un mes la nieve dejó incomunicadas a muchas localidades aragonesas. De hecho, la comarca del Campo de Daroca recibió la visita de la Unidad Militar de Emergencia (UME). Ahora ha vuelto la normalidad pero con pequeños daños a arreglar, como explica el alcalde de Pozondón, Mario Cáceres. «Hemos tenido algún problema de tuberías por el hielo más que por la nieve. La cantidad que cayó fue descomunal. Cuando la gente pueda volver al pueblo igual encuentran alguna teja rota, alguna canaleta rota, porque hemos estado en días de 20 o 25 grados». Uno de los inviernos más fríos que recuerda.