Nadie (o casi nadie) duda de la relevancia de las mujeres en una sociedad en continua transformación, aunque en los últimos años la rebelión de las féminas ha cobrado mucha más fuerza. La batalla silenciosa, estoica y frustrada de antaño ha dado paso a un tsunami de lógicas reivindicaciones que han pasado al primer plano de la actualidad. Y aunque todavía es pronto para calibrar si surtirán efecto, lo cierto es que este fenómeno parece imparable.

El primer hito que tiene por delante el movimiento femenino es la celebración del 8-M, que se antoja, si cabe, mucho más agitado que el del pasado año. La irrupción de Vox en el parlamento andaluz y su más que controvertido ideario, que incluía la derogación de la ley de violencia de género y el rechazo al aborto cubierto por la sanidad pública, entre otras perlas, han destapado la caja de los truenos de un colectivo que no parece dispuesto a que se arrase con lo poco (o mucho, según se mire) que ya había conquistado. Y hacen bien.

El partido de ultraderecha es una de las amenazas más visibles para las mujeres. Y este hecho, a buen seguro, tendrá su reflejo en los resultados de las próximas elecciones generales y autonómicas. Pese a ello, algunos partidos políticos como el Partido Popular y Ciudadanos no parecen haber tomado nota del poder de un colectivo que también es testigo de la polarización política que vive España. El protagonismo del electorado femenino, por tanto, no resuta baladí a solo dos meses de la primera cita con las urnas. Y menos todavía en el actual contexto económico, político y social.

Salarios y familia

Las aragonesas cobran hoy un 25% menos que los hombres (16.448 euros al año frente a 21.994 euros). Es solo un dato, pero detrás de esta cifra hay mucho más. Tienen menos salario porque sus contratos son, en la mayoría de los casos, a tiempo parcial. De hecho, las mujeres aglutinan en un 78% esta modalidad contractual en Aragón. Por el contrario, apenas un 40% de las jornadas completas están cubiertas por mujeres en la comunidad. Se podría pensar que eso responde a un nivel de formación inferior. Pero tampoco. Hay más universitarias y la tasa de paro entre las féminas licenciadas de la comunidad está 1,3 puntos por encima respecto a la de los hombres.

En definitiva, el perfil de mujer con estudios superiores que trabaja en el sector servicios es uno de los más repetidos en el mercado laboral aragonés. Por desgracia.

Pero la desigualdad de las mujeres en la sociedad actual se plasma también en otros ámbitos de la vida a los que la política debería dar respuesta o al menos articular medidas para reducir una brecha que incluso duele.

Las mujeres dedican al cuidado del hogar y la familia 4 horas y siete minutos al día de media frente a una hora y 54 minutos del sexo contrario. No es de extrañar, por tanto, que las mujeres pidieran el 93% de las excedencias para cuidar a niños o familiares en Aragón.

Baja natalidad

Todos estos datos fueron publicados a lo largo de la semana pasada en Zaragoza, con motivo de la celebración de una jornada sobre Igualdad Salarial, a la que asistieron representantes institucionales y expertos de todo el país. CCOO también presentó, el pasado viernes, un informe demoledor sobre la situación de la mujer en la comunidad. Pero por si esto no fuera suficiente, el departamento de Sanidad del Gobierno de Aragón dio a conocer cifras sobre natalidad. Todo se resume en un dato: los partos en la comunidad cayeron un 25% durante los últimos nueve años. Solo en el 2018, hubo 9.541 nacimientos, 556 menos que en el año anterior.

Las causas de esta dramática situación en una comunidad ya de por sí despoblada están en que las mujeres retrasan su maternidad por los problemas laborales y sociales y porque las políticas de conciliación brillan por su ausencia.

Y ante este panorama mi pregunta es: ¿Tienen motivos suficientes las mujeres para salir a la calle el próximo 8 de marzo y para acudir a las urnas el 28 de abril y el 26 de mayo?