Zaragoza lleva cinco años viendo pasar ante sí, con el recuerdo aún vivo de la Expo 2008, una transformación de aquel recinto de 25 hectáreas que depende casi en exclusiva de las Administraciones públicas. Su espacio ocupado en el parque empresarial representa una aplastante mayoría de metros cuadrados sobre un global de 165.000 que sigue estando a medio gas. Con los grandes iconos abandonados a la espera de tiempos mejores, parece que la Ciudad de la Justicia acabará siendo motor de una remodelación integral.

Una reconversión en un nuevo centro de la ciudad que ahora parece suponer más un problema que un aliciente. Sobre todo porque la comercialización no ha sido la que se esperaba en tiempos, el alquiler ha acabado desatascando, o aliviando más bien, el parón en las ventas de superficie de oficinas, y porque para el ciudadano sigue estando lejos, por la movilidad, para los atractivos que ahora genera.

OCUPACIÓN

Paseando por esa avenida del 2008, la actividad sigue siendo escasa. El traslado de los últimos juzgados y la previsión de ocupar 62.000 metros cuadrados cuando esté a pleno rendimiento, maquilla en las cifras de negocio. De ese total de metros cuadrados, las nuevas sedes judiciales representan el 37,5%. Para alcanzar ese más del 50% que desde Zaragoza Empresarial dice haber alcanzado ya, hay que tener en cuenta los 29.700 metros cuadrados que han sido ocupados por 25 clientes diferentes. De ellos, 15.343 han sido vendidos y otros 14.356, alquilados. Casi a partes iguales, lo que demuestra el impulso que ha tenido la fórmula del arrendamiento.

De todos los inquilinos, 16 son Administraciones públicas, ya sea en formato de consejería de la DGA, delegaciones territoriales de algún ministerio, entes o entidades públicas empresariales. O la propia sociedad gestora del recinto Expo.

La Tesorería General de la Seguridad Social, del Gobierno central, asñi como el Instituto de Gestión Ambiental, la Dirección General de Urbanismo, Aragonesa de Servicios Telemáticos, Aragón Exterior, Sodiar, Turismo de Aragón, la Corporación Pública Empresarial, todos ellos de la DGA, ya están operativas. A ellos se sumarán las dependencias de la Dirección General de Tráfico (Jefatura Provincial, de Vía Universitas) y Radiotelevisión Española, en el 2014; y la comisaría autonómica, Avalia, Sarga y la consejería de Educación de la DGA, que se instalarán entre este año y el próximo.

Solo ocho empresas y un sindicato han apostado por instalarse en Ranillas. Aunque la iniciativa privada solo está representada físicamente por Nologin, Aguas de Barcelona, Grupo IDIA, Grupo Raga, Sage y KPMG, la última incorporación al parque empresarial Dinamiza. Están pendientes de instalarse el sindicato UGT, la firma Grupo Jorge (uno de los primeros que reservó espacio en Ranillas), y el Banco Popular.

Mientras, otros espacios como el edificio Expo, que sirvió como sede, con 5.638 metros cuadrados completamente comercializados y ocupados por el Instituto Aragonés del Agua (plantas segunda y tercera), el Inaem (planta baja, primera y parte de la segunda), la Casa de las Federaciones Deportivas, instalada en el semisótano.

Echando la vista atrás, la ralentización sufrida en la ocupación de espacios ha sido determinante para que la oferta de ocio, comercial y de servicios sea tan limitada como la actual. Su máximo exponente, por ahora, está por llegar, en el 2014, con el supermercado que piensa construir junto al cubo de cristal de la avenida de Ranillas, en lo que era el antiguo aparcamiento de empleados de la muestra internacional.

Pero en el interior del recinto Expo, solo tres comercios se han comprometido a estar: una cafetería que lleva abierta desde hace años, un quiosco de prensa que acaba de abrir, y una bocatería (Bocatelia) que lo hará en breve. Del complejo de ocio en tres de los cinco edificios Ebro (cacahuetes), ni se sabe, ni se le espera.