El coronavirus obligó a la sanidad aragonesa a poner sus ojos en su control y estudio, a liberar camas de hospital para hacer frente al incremento súbito de enfermos, de modo que en las sucesivas olas de covid-19 en la comunidad se han tenido que posponer operaciones quirúrgicas no urgentes. Con la progresiva vuelta a la normalidad, cada vez que se superaban los momentos más críticos de ingresos, los centros hospitalarios retomaban su ritmo de operaciones y la demanda de sillas de ruedas en el servicio que presta Cruz Roja se elevaba. Las intervenciones traumatológicas son las que, generalmente, más necesitan recurrir al préstamo de los productos de la entidad, aunque también cualquier persona convaleciente que no pueda moverse por sí misma, dice la responsable del proyecto Cuidando al cuidador de Cruz Roja en Zaragoza, Laura Quílez.

Asimismo, la primavera también suele venir acompañada, en líneas generales, del aumento de las peticiones de sillas de ruedas. Aún más este año, puesto que la temporada primaveral ha coincidido con el permiso que las residencias concedían a sus usuarios para salir a la calle.

Este proyecto, a través del cual Cruz Roja concede el préstamo de instrumentos para personas dependientes, nace con el intento de explicar «los roles que tiene que asumir el cuidador» y de echar una mano «en su ayuda a una persona dependiente», expresa Quílez. «Tratamos no solo de prestar el material sino de asesorar de sus mejores condiciones y personalizar el préstamo según cada usuario. Es una atención individualizada, una forma de acercarse al cuidador», añade.

En Zaragoza cuentan con alrededor de 2.000 sillas de ruedas, pero además con una variedad de «20 o 25 productos diferentes». «Tenemos de casi todo lo que necesitas en casa. Desde una cama articulada, una grúa, andador, muletas, las propias sillas de ruedas, sillas giratorias de bañera, de ducha, sillas con elevador de piernas, colchones antiescaras, hemos adquirido ahora una grúa más desconocida como es la bipedestadora o cambiapañales que se llama, que está dando muy buen resultado y la gente lo está aceptando muy bien porque ayuda mucho al cuidador. También tenemos sillas eléctricas y scooters», reseña la responsable del proyecto, sobre el gran abanico de posibilidades que ofrece la entidad.

Durante el 2020, con la pandemia de por medio, se notó cierta variación en la «frecuencia» de un producto a otro. «El producto estrella siempre ha sido la silla de ruedas, porque es el que más población abarca», reconoce Quílez, si bien valora que hubo un repunte «importante» de camas y de grúas «porque las familias se llevaban a sus familiares a casa y las estancias en los hospitales eran breves». Por otro lado, aunque la demanda habitual del servicio es elevada (más de 7.000 productos prestados en el 2019) nunca hay problemas de suministro. «Hay lista de espera pero es muy pequeña, y suele ocurrir con las camas y grúas, más que con las sillas de ruedas», aclara.

La iniciativa, según la responsable de Cuidando al cuidador, nació de la mano del Gobierno de Aragón. El Ejecutivo autonómico «envió cartas a los ciudadanos que habían recibido subvenciones para adquirir sillas o andadores, avisando de que Cruz Roja podía recoger esos instrumentos en caso de haber finalizado con ellos», afirma. Y es que la institución solidaria reutiliza todos aquellos productos en buen estado, emplea sus piezas, y lo que no sirve, se lleva a reciclar a un punto limpio.