Anduve pensando en inscribirme en el libro Guinnes de los récords como el periodista que durante más años seguidos ha escrito sobre un mismo tema y siempre con idénticos argumentos. Pues si la memoria no me falla llevo treinta años y algunos meses firmando informaciones, crónicas, reportajes, columnas y editoriales sobre y contra el trasvase del Ebro. Con ese tema me salieron los dientes en el periodismo y, si aguanta el cuerpo, con él me jubilaré.

El récord lo tengo ganado. O casi. Según mis cuentas, otros argumentos informativos de larga duración (la fase americana de la guerra de Vietnam, por ejemplo) no duraron tanto como esta tragicomedia hidrológica que padecemos; y en cuanto a los que sí llevan decenios en el candelero (digamos la justa y democrática pacificación de Colombia o el conflicto de Oriente Próximo), dudo que algún colega haya podido seguirlos año tras año sin sufrir algún serio percance.

Pero con récord o sin él, esté hastiado yo o estén aburridos ustedes de la tangana trasvasadora, lo que no veo es la forma de eludir la cuestión, porque ahí sigue tocándonos las narices, amenazando el futuro y ofendiendo el sentido común. Luego tenemos al Aznar, a su sucesor y a la cunera Rodríguez dando la vara un día sí y otro también con sus desatinos hidro-ilógicos. ¿Cómo considerar, pues, que el asunto ha pasado de moda?

Otra cosa es si me dicen que treinta años con el trasvase a cuestas tampoco han de ser gran cosa comparados con lo que pueden dar de sí la presunta Olimpiada jacetana, el túnel del Vignemale, la reapertura del Canfranc (¿o eso ya lo hemos dejado por imposible?) y la racionalidad urbanística en Zaragoza. Ahí veo materia para que periodistas más jóvenes que un servidor se luzcan en los lustros venideros y conviertan en efímero cualquier récord inscrito a fecha de hoy.

Total, que paso del Guinnes. Aunque deba seguir pechando con el trasvase. Gajes del oficio.