La ventosa tarde de ayer no impidió que decenas de personas se acercaran hasta el balcón de San Lázaro para seguir el tercer pasacalles de Carnaval aragonés. En él participaron más de cien músicos y bailadores con los atuendos y trajes tradicionales de los personajes típicos de esta celebración, procedentes de diversas zonas de la comunidad autónoma.

Entre ellos no faltaron los diablos del Matarraña y de Luco de Jiloca, las madamas y las trangas de Bielsa, el Cipotegato de Tarazona, la hiedra o varios ensabanados. «Queremos difundir la música y el baile tradicional de nuestra comunidad así como los personajes de todas las comarcas. Muchos pueblos de Teruel han recuperado recientemente su Carnaval más primitivo y queremos darlo a conocer. Por ello bailamos al son de la música de las gaitas y las dulzainas aragonesas», explicó el profesor de la Escuela Municipal de Música y Danza de Zaragoza, Jesús Rubio, quien llevaba el atuendo de un diablo del Matarraña y se encargaba de perseguir a los niños y de hacer travesuras.

El pasacalles comenzó en el balcón de San Lázaro, continuó por el puente de Piedra, la plaza del Pilar, la calle Alfonso, la calle Candalija y finalizó en la plaza de San Felipe. Aunque organizado por la asociación Laqtspera, contó con la colaboración de otros grupos y asociaciones dedicados a la música como los Gaiteros del Rabal, Boira de Albada, Bucardo, Chufladors, Gaitagos, la Quinta del Sordo y la Escuela Municipal de Música y Danza de Zaragoza.

Todos ellos participaron de forma altruista ya que no reciben ninguna remuneración por esta actividad. «No quitamos el trabajo a nadie, si alguien quiere organizar lo que quiera y le dan la aprobación desde el ayuntamiento, adelante. Nuestro propósito es el de disfrutar y participar en el carnaval aragonés, que tiene mucha tradición», destacó la presidenta de la asociación Laqtspera, Olga León.

Tanto antiguamente como en el desfile de ayer, los trajes eran de confección propia, muy básica y sencilla, ya que los vecinos se vestían con lo que tenían y esa era su indumentaria carnavalesca. «Queremos recuperar tradiciones, no solo limitarnos al desfile normal», confesó Gabriela Gálvez, disfrada de diablo.