El tiempo de la legislatura en el Ayuntamiento de Zaragoza se acaba y uno de los proyectos estrella iniciados en estos cuatro años entra estos días en el momento de máxima intensidad. La reforma del Mercado Central vive la fase de mayor trasiego de trabajadores, unos 100 en el interior del recinto de Lanuza y otros tantos en talleres y empresas subcontratadas para todos esos detalles que formarán parte de un espacio del siglo XXI. Faltan «solo tres meses» para terminar y los responsables de esta obra aseguran que «va en plazo» para finalizar «en agosto» la parte de la obra que se adjudicó y que se inició el año pasado. Ahora falta rematar y que lleguen los detallistas, instalados en la carpa provisional de la calle Salduba que, aseveran estos, goza de buena salud.

Poco a poco, el nuevo Mercado Central va mostrando su apariencia definitiva y, en este caso, el descubrimiento comenzará en la fachada sur. En ella, esta semana se acaban de retirar los andamios y muestra su nueva imagen. «Se ha restaurado completamente, se ha repasado la piedra y sujetado el reloj, que funciona pero podría haberse caído estos años atrás por el mal estado en el que se encontraba el anclaje. También intentaremos arreglar las campanas que antiguamente anunciaban las horas en punto, a ver si logramos que funcionen», explicó el arquitecto encargado del proyecto, José Antonio Aranaz.

El color amarillento de la piedra, fruto del paso del tiempo, ya es historia, el mármol blanco hoy sí es blanco, y en breve se culminará el muro cortina y el vidrio que dé por finalizada esta cara sur del edificio. Y, al mismo tiempo, la actuvidad de restauración se traslada a la fachada norte, la que da a las Murallas romanas. La transformación será similar, así que el resultado se puede adivinar en el lado opuesto, donde también se añaden los floreros y detalles como las cabezas de carnero que adornan esa pared. Una fachada que, eso sí, sufría un deterioro mayor por la orientación del edificio y por el efecto en esa pared del cierzo y la humedad.

En el interior, entre maquinaria, técnicos, operarios y el trasiego de cerca de un centenar de personas en tan poco espacio demuestra que la recta final está cerca. También se aprecia en cómo se va pareciendo a lo que se pretende. «Ya se han culminado las instalaciones generales, el recrecido sobre el forjado intermedio y se siguen colocando lamas de vidrio en las fachadas laterales. Estos días, además, se está colocando la pasarela metálica que facilitará que el edificio pueda tener labores de mantenimiento en uno de sus elementos más característicos, la cubierta. Por extraño que parezca, el Mercado Central lleva más de un siglo en pie y esta conservación nunca se ha podido hacer.

También se está instalando una de las peculiaridades de la reforma, que es el cerramiento antimosquitos que se pondrá en la conexión de las paredes con el nuevo techo y que, además, permitirá impedir el acceso al interior de aves. Especialmente dañina es la presencia de palomas y la celosía anterior, la original, al tener grandes aperturas intermedias no lo evitaba. Y junto a ella había un vidrio que nunca se limpió y que acumulaba una importante suciedad. Ahora se sustituirá la celosía por otra elaborada con chapa microperforada y por dentro con una tela antimosquito que será de acero para prolongar su vida útil.

En términos globales, el nivel de obra ejecutada es del 70% y el de obra certificada, más del 50%, por lo que se llevan gastados más de cinco millones de euros en una obra que no se podrá inaugurar antes de las elecciones pero que ya tiene un calendario al que todos quieren ajustarse: traslado de los detallistas que ahora se encuentran en la carpa provisional a finales de agosto o septiembre, y apertura de puertas al público en octubre o noviembre.