A la Casa de Amparo, la residencia de mayores del Ayuntamiento de Zaragoza, le pilló la crisis sanitaria en plenas obras. Este majestuoso edificio, antiguo convento declarado Bien de Interés Arquitectónico y con unos patios interiores envidiables, no se reformaba desde los años 80. En el 2017, se iniciaron los trabajos de climatización y al abrir los techos, los técnicos descubrieron que había más trabajo por hacer del esperado, por lo que tuvieron que reformular el proyecto y las obras se prolongaron hasta toparse con el coronavirus.

Durante los meses más duros de la pandemia se suspendieron. Nadie podía entrar al centro salvo el personal sanitario y el resto de empleados. La seguridad era obligada y se cerró a cal y canto para evitar que el virus accediera a las habitaciones de sus resientes y casi se consigue, porque la Casa de Amparo es de las pocas residencias de España en las que solo se ha producido un contagio.

Ahora que las obras se han retomado se ha diseñado un minucioso protocolo para que las dos contratas que llevan a cabo los trabajos accedan a las instalaciones sin cruzar la zona de residentes y sin que haya contacto entre los empleados de ambas empresas, que trabajan a escasos metros unos de otros. Antes de que comenzaran las obras, los mayores de esta ala de la residencia tuvieron que ser reubicados temporalmente en huecos libres. Una temporalidad que se ha alargado más de la cuenta por el covid.

Inicialmente, los trabajos se diseñaron para actualizar y mejorar la climatización del edificio, muy antiguo, pero al abrir los falsos techos se descubrió que el resto de las instalaciones se habían quedado obsoletas y que había que renovarlas en su totalidad. Así que se decidió licitar el proyecto de conservación, mantenimiento del sistema eléctrico, ignífugo y de protección antiincendios en el que lo más novedoso o llamativo es el plan de techos fríos.

Renovación integral

Los trabajos se están desarrollado en la segunda planta, en dos sectores diferentes. En total se va a actuar en 120 habitaciones, todas ellas individuales y con su baño propio. El primer sector, con 33 habitaciones, ya está terminado y presume de tener un sistema de climatización bien moderno. Se han colocado techos fríos que hacen el papel del aire acondicionado pero de una forma menos agresiva, sin esa brisilla fría que puede llegar a molestar y que no es nada saludable para las personas mayores.

El sistema es sencillo. Unas máquinas bombean el agua fría que circula por unos conductos que hacen como una serpentina y recorren las habitaciones. Como la calefacción radial por el suelo, pero en frío y por el techo. Aunque el salto térmico es pequeño, puede reducir varios grados la temperatura de las salas. Este tipo de climatización, que reutiliza el agua, es más eficiente y sostenible y se ha instalado en la primera y segunda planta del centro. Las calderas también han sido sustituidas por otras nuevas y de gas.

Nueva zona covid

En paralelo, se están terminando los trabajos de reforma de las habitaciones del que será el sector covid. Estos cuartos se encuentran en un fondo de saco de la residencia, un ala que por su ubicación está aislada del resto de habitaciones y es perfecta para utilizarla en caso de positivos. La crisis sanitaria ha obligado a los centros de mayores a crear espacios de aislamiento, alejados --a ser posible-- del resto de residentes para minimizar al máximo el riesgo de contagio. En total habrá 16 habitaciones individuales para este fin. Actualmente, la cafetería, la que hacía de centro de mayores, está habilitada como hospital de campaña para posibles casos.

Desde el 2017, el ayuntamiento ha invertido 1,4 millones en esta residencia, incluidos los 150.000 euros presupuestados este año para finalizar los trabajos. Ahora hay 129 residentes y el centro está completamente sectorizado y tanto sus mayores como trabajadores están vacunados.