La revelación de que la célula yihadista de Ripoll planeaba en un principio atentar contra la Sagrada Familia de Barcelona ha ampliado el punto de mira, la diana de los terroristas a los templos cristianos. Algunos de los cuales encarnan en España símbolos de enorme alcance y valor. Además de la Sagrada Familia, numerosas catedrales, León, Santiago, Burgos, Sevilla, La Seo... o la basílica de El Pilar.

La policía ha recomendado proteger la plaza del Pilar con nuevas medidas de seguridad y es un consejo que debe aplicarse a rajatabla porque un atentado en el que sin duda es el primer entorno monumental de la Comunidad aragonesa causaría, además de terribles daños humanos y materiales, un amplio eco en el plano internacional, por ser la basílica profundamente simbólica, mundialmente conocida y destino de un nutrido turismo religioso y cultural. No hay sino recordar el efecto obtenido por los dos anarquistas que ya consiguieron colocar un explosivo en el interior del templo mariano.

La población musulmana en Aragón no alcanza la relevante proporción de Cataluña, pero ha crecido en los últimos años, asentándose con decisión en determinadas poblaciones. Salvo casos aislados, se ha adaptado, en líneas generales, bastante bien, desempeñando valiosas labores en el sector agrícola y estableciendo numerosos comercios, incluso pequeñas empresas en el ámbito de la construcción. Los pasos positivos, la tolerancia y convivencia ya demostradas no evitarían, sin embargo, la aparición de los temibles lobos solitarios o los fenómenos de radicalización exprés que pueden convertir a un joven en apariencia perfectamente integrado, como el asesino de las Ramblas, en un fanático depredador ávido de vidas humanas. De ahí que todos los controles y cauciones policiales sean pocos.

La guerra, seamos conscientes, pues lo es, va para largo y resta mucho aún para cantar victoria en todos sus frentes, que en los últimos y trágicos meses se han extendido a las grandes capitales europeas. También a ciudades pequeñas, barrios, plazas, allá donde alguien preparado para matar en nombre de Alá ve la oportunidad de causar daño a la civilización y la religión enemiga. Blindemos el mayor número de objetivos con medios antiterroristas y blindemos nuestros cerebros contra la intolerancia y la justicia taliónica. Sólo la razón nos dará el triunfo.