Ropa antigua que se queda pequeña, camisas regaladas que no terminan de gustar, abrigos de un familiar fallecido o pantalones que se acumulan en las baldas del armario. Todo esto y mucho más es lo que uno puede llevar a la Hermandad del Refugio que lleva 377 años activa ofreciendo varios servicios a los más necesitados.

Con la ropa recogida en el Refugio, a través de donaciones, se ha ayudado a 2.063 personas durante los meses de enero a junio de este año. Un número muy similar al registrado el año anterior, cuando se alcanzaron las 2.126 personas que, durante esos meses, tuvieron la oportunidad de acercarse al almacén situado en la planta baja del Refugio. «Nosotros lo llamamos El Corte Inglés», explicó su gerente, Ernesto Millán, quien lleva trabajando allí cinco años.

El 100% de la ropa que aquí se recibe es gracias a los donativos que los ciudadanos realizan, sobre todo, al hacer el llamado «cambio de armario en el mes de mayo y en octubre», dijo el gerente, que también explicó que la única regla que rige en ese servicio es: «¿vosotros os lo pondríais?». Millán aseguró que la gente se piensa que son «un punto limpio» y llevan «blusas sin lavar, camisas que les han quitado los botones o chaquetas sin cremallera». Desde el Refugio se intenta mantener en todo momento la dignidad de las personas, por eso, tanto el gerente como los voluntarios trabajan en torno a esa base. «Si yo veo una camisa que es de mi talla y que me la pondría, es para repartir. Si hay una mancha, esa no es para repartir», explicó Millán.

El reparto de alimentos se da a 50 familias de lunes a viernes, las cuales tienen acceso también al servicio de ropero. Las cantidades de ropa que ahí se clasifican son enormes, por lo que desde la administración aseguraron que, a pesar de haber intentado en varias ocasiones llevar una contabilidad, había resultado «imposible». Ernesto explicó que para ello tendría que haber «una persona que apuntase lo que la gente lleva, luego tendría que anotar lo que se desecha y lo que nos quedamos y después apuntar qué es lo que se han llevado».

No hay que olvidar que todo lo que aquí se realiza gira en torno a los 400 voluntarios que, desinteresadamente, trabajan repartiendo desayunos comidas y cenas, preparando los lotes de alimentos, clasificando la ropa, entregando la leche a los bebés e incluso cuentan con dos médicos jubilados que se encargan del control sanitario.

HISTORIA

Mientras a la planta baja no paraba de bajar gente, una de las voluntarias más veteranas aseguró llevar en el Refugio desde el año «1977, cuando todo lo que se recibía venía de fuera porque en España acabábamos de superar una guerra». Mientras organizaba tarjetas de identificación, voluntarios y ropa, iba preguntando a las embarazadas si querían una «cestita con ropa para el futuro bebé» porque ahí se cuidan a todos los que entran desde el minuto uno. La voluntaria afirmó muy orgullosa de ello, que Zaragoza «era una ciudad muy solidaria».

Además de este servicio, la Hermandad del Refugio también actúa en otras áreas como la infantil, con el programa Gota de Leche, que suministra leche en polvo y cereales hasta los 14 meses. Y la de los acogidos, que cuenta con 66 plazas para personas sin hogar, que pueden estar un máximo de 28 días cada tres meses. «Solemos contar con una ocupación del 85%», afirmó Millán.