JOSÉ CABREJAS, Abogado:

¿Pueden los padres no llevar a los hijos a los colegios?

La pandemia mundial provocada por el covid-19 ha creado en los últimos meses nuevos supuestos legales. El último ha surgido con la vuelta al colegio de los menores en septiembre. Muchos padres tienen miedo a que la vuelta a los centros educativos sea un foco de contagio entre los menores y que estos contagien a su vez al resto de familiares.

Por ello, ha surgido una duda, ¿es delito que los padres decidan no llevar a sus hijos al colegio? Pues bien, este miedo a ser acusados de un delito de absentismo escolar viene por declaraciones como la vertida por el consejero de Educación de la comunidad de Madrid, Enrique Ossorio, que afirmó: «La normativa dice que si un padre no lleva a sus hijos al colegio se le abre un expediente por absentismo. Las penas van de uno a tres años de cárcel», desatando el miedo en muchos padres que se planteaban no llevar a sus hijos al colegio para evitar un posible contagio. Además, la Ministra de Educación Isabel Celáa declaró que ir a clase es una obligación.

Estas declaraciones fueron realizadas en base al artículo 154 del Código Civil, el cual menciona, entre otros, que el deber de los progenitores es educarlos y procurarles una formación integral. Además, el artículo 226 del Código Penal establece que «el que dejare de cumplir los deberes legales de asistencia inherentes a la patria potestad (…) o de prestar la asistencia necesaria legalmente establecida para el sustento de sus descendientes (…), será castigado con la pena de prisión de tres a seis meses (…)».

Sin embargo, nuestros tribunales han interpretado la norma comprendiendo en qué supuestos los padres pueden decidir no llevar sus hijos al colegio. La sentencia 49/2020 de la Audiencia Provincial de Madrid exige dos requisitos para encontrarnos en el tipo del artículo 226 del Código Penal: el incumplimiento de los deberes debe ser grave, patente y duradero en el tiempo, es decir, que no sea meramente esporádico u ocasional.

De igual modo, la sentencia 383/2019 de la Audiencia Provincial de Girona, determina que para que estemos en un caso de abandono de familia debe existir una voluntad de desatención de las obligaciones. En el caso que se planteaba, aunque el menor no acudió al centro escolar en todo el curso escolar, este absentismo estaba justificado por motivos de salud.

La Audiencia Provincial pone de manifiesto que el absentismo comenzó tras los problemas de salud, y que con anterioridad el menor no había faltado a las clases. Además, recalcó que los padres proporcionaron todos los medios necesarios para que el menor siguiera formándose desde su casa, lo que supone un interés real en la educación del menor.

Finalmente, la Audiencia Provincial de Girona entiende que, aunque la actitud de los padres pueda ser reprochable, no ha supuesto una dejadez en sus obligaciones como padres, sino a un profundo miedo por proteger la salud de su hijo.

Extrapolando esta jurisprudencia a la situación actual creada por el covid-19, los padres no deben sentir miedo a declaraciones de instituciones por posibles consecuencias penales derivadas de un sentimiento inherente a ser padre, querer proteger la salud de sus hijos y, para ello, decidir no llevar a sus hijos al colegio temporalmente mientras la situación actual producida por el covid-19 no mejore de manera que los niños puedan acudir a los centros educativos sin exponerse ellos y a sus familias a un más que posible contagio, siempre que los menores sigan recibiendo la formación necesaria y obligatoria desde sus casa.

ALEJANDRO BELTRÁN, director de un colegio público

Cuando la mayor restricción es el miedo

Hemos vivido un verano atípico: restricciones de aforo, horario, reuniones… pero una de las restricciones que más nos ha condicionado estaba dentro de cada uno de nosotros: el miedo. A estas alturas de la película apocalíptica que vivimos desde marzo ya deberíamos empezar a resolver el nudo de la trama, un nudo que cada vez se hace más patente y real: el virus está ahí.

Con todo esto, tras el capítulo vacaciones llega una nueva entrega con la vuelta a las aulas y esa restricción implícita sigue ahí sin que nadie dé una respuesta clara. El miedo de las familias a exponer a sus hijos al virus y el miedo de los trabajadores de los centros docentes a contagiar a sus familiares por trabajar sin medidas adecuadas. El miedo paraliza, pero es el momento de hacer valer el trabajo de muchos equipos directivos que desean ver a sus alumnos, aunque ellos también necesitan el retorno a clase. La neurociencia ha demostrado que un aprendizaje puramente cognitivo no se recuerda, el matiz de la parte emocional es clave para los niños y su aprendizaje vital.

La pregunta es: ¿qué generación queremos crear? Gente acomplejada por los tiempos que les ha tocado vivir o personas con capacidad de superar sus limitaciones. La escuela a distancia es el fracaso de la sociedad frente al covid.

Para lograr este retorno deseable se ha planificado y anticipado --quizá no lo suficiente-- para que no se repita lo vivido en marzo.

El plan de hacer grupos burbuja de convivencia no era suficiente sin unos recursos que lo sustentara. Los equipos directivos venían pidiendo desde mitad de julio sin una respuesta concreta y que comenzaba a convertir la falta de actuaciones en nuevos miedos para la sociedad: las ratios no bajaban, el profesorado no aumentaba, los espacios era escasos y los materiales de higiene y protección no llegaban.

Si fuera una película, estaríamos esperando un giro inesperado de los acontecimientos. Y, aunque no llene portadas ni espacios televisivos, ese giro inesperado lo dio a mitad de julio el esfuerzo colectivo de aquellos que reconocen el valor de la educación: AMPAs, algunos ayuntamientos y profesores. Los equipos directivos se unieron y comenzaron a trabajar de forma coordinada.

Más de 100 directores de Aragón escribían sus dudas en un foro creado por ellos mismos para dar soluciones a los problemas que la administración no daba. Se unieron el resto del profesorado, trabajadores de limpieza y mantenimiento y muchas AMPAs al proyecto común aportando todo lo posible para que inicio del curso fuera seguro. Entre todos decidieron llegar a donde no estaban llegando los que debían hacerlo: compra de material, separar clases sin más profesores, crear protocolos de actuación.

Estos nuevos protagonistas de la película valoran la educación como algo más que libros y exámenes. Saben que trata sobre el desarrollo de la persona y eso se consigue mediante experiencias reales, no en una pantalla. La escuela propicia experiencias que conforman la personalidad adulta. Por este motivo, los profesionales que trabajamos en la educación sabemos que la experiencia que debemos proporcionar no es la de que nos venza el miedo, sino la de superarlo trabajando más que nunca. Por ello, el que conoce las acciones que están haciendo los equipos directivos desde hace tiempo tiene menos miedo.

Como miembro de un equipo directivo deseo que todos sean conscientes de que el miedo está ahí, pero hemos luchado para reducirlo y sobre todo, para dar la lección a nuestros alumnos que desde las pantallas resultaría imposible.