Cada año pasa agosto más deprisa. Parece que fue ayer cuando los mandamases se fueron de veraneo dispuestos a descansar cumplidamente de tantas campañas electorales, sobresaltos, victorias, derrotas y apaños para sobrevivir, mas he aquí que ya deben volver al tajo y poner en marcha el curso político 2004-5. Por si sirve para ponerle un puntito de agobio a ese retorno, permítanme señoras y señores jefes advertirles que ésta va a ser una temporada importante aunque no haya elecciones a la vista. En los próximos once meses se trenzarán jugadas decisivas para las legislaturas o mandatos en curso. Ya os podéis apretar los machos (o las hembras), señorías.

El mayor reto le caerá encima al PSOE. Eso es seguro. Lo que ya no doy por cierto es que los socialistas aragoneses en concreto sean conscientes de lo que se les viene encima. Porque al PP le ha de bastar con permanecer a la expectativa, ir criticando los fallos del contrario y procurar no ser demasiado obvio ni contradictorio en tales críticas. Alguna ventaja ha de tener estar en la oposición. En cambio al PSOE le llega la hora de la verdad en el Gobierno central (y esa gestión, la nacional, siempre ha sido muy importante a la hora de configurar las simpatías y antipatías políticas de los aragoneses), al igual que ha de llegarle en la DGA y los ayuntamientos capitalinos, particularmente el de Zaragoza.

Marcelino Iglesias, por ejemplo, ya ha consumido todas las prórrogas habidas por su necesidad de estabilizar la política autonómica, de crear continuidad en la presidencia de la DGA, de acumular fuerzas y ganar una posición mayoritaria de la que careció en la anterior legislatura... y de sostener, en fin, la lucha contra el trasvase. Ahora le toca ya ir a la mili. Y deberá proponernos muchas más cosas tangibles, proyectos concretos, novedades, estrategias, sueños capaces de hacerse realidad... Ya no bastan las buenas palabras y las vaguedades.

(Continuará)