Lo que le pasa al PSOE es que manda en Aragón y además manda en Madrid . Prueba de fuego. Los socialistas aragoneses, en su confortable posición actual, deben sin embargo lidiar tres temas que traen mucho peligro: poner calidad y brillantez al día a día, reorganizar las cuentas públicas para sacarlas del marasmo y los números rojos y, finalmente, plantearse una relación con sus compañeros del Gobierno central bastante más equilibrada.

En el PSOE aragonés cunde la sensación de que es necesario ser comprensivos con Zapatero&Cía para facilitarles el éxito. Pero ésa es una forma de renunciar a reclamar lo que Aragón precisa, lo cual constituye a su vez un defecto congénito del socialismo regional. Marraco no fue capaz de hablarle clarito a don Alfonso Guerra y González Triviño se lucía ante sus mandos centrales apechugando con el coste de depuradoras y auditorios. Menudo apaño. Antes de las vacaciones fue Iglesias a la Moncloa a ver al jefe y me parece que no acabó de ponerle los puntos sobre las íes. La aceleración de las obras públicas en marcha o por hacer, la colaboración a la hora de financiar servicios básicos, el cobro de deudas pendientes... Todo eso hay que planteárselo directamente al presidente del Gobierno central y a sus ministros, sin tanto corte ni tanto acojono. Bono le paró a Borrell la autovía Valencia-Madrid para salvar las Hoces del Cabriel, y luego pactó la solución con un gobierno del PP. Nadie se lo comió crudo. También frenó en seco la instalación de un campo de tiro para el Ejército en la finca de Cabañeros, y ahí está ahora, de ministro de Defensa hecho un patriota de tomo y lomo. A ver pues.

Aragón necesita recursos para desarrollarse, para salvar déficits acumulados, para sentirse parte de la España de primera velocidad... y para que nuestras instituciones no tengan que subir tasas e impuestos en un proceso sin fin que a los socialistas de aquí les puede costar muy, muy caro.

(Continuará)