El Canal de Zaragoza estuvo más entretenido de lo que acostumbra durante la mañana de ayer. Si no que se lo pregunten a todas aquellas personas que acudieron hasta su ribera a alparcear y no perderse detalle de lo que acontecía entre las aguas, donde el ingenio afloraba entre la corriente, sobre todo en aquellos navíos caseros.

Con un sol radiante, más de 300 embarcaciones que ni la mismísima Daenerys lograría derribar al lomo de sus dragones, conquistaron estas aguas para reivindicar que «la calle es de todos» en la tradicional Bajada del Canal, organizada por las Asociaciones Vecinales de Venecia-Torrero, La Paz y El Cantero.

Esta ha sido la reivindicación elegida para este año después de las reticencias mostradas por el Gobierno PP-Cs, alegando motivos de seguridad. Una razón por la que todos los asistentes utilizaron un chaleco salvavidas y se llevó un registro de los menores de edad que participaron. «Que les quede claro que no vamos a ceder la calle y que no vamos a dejar de organizar nuestras fiestas populares, porque las calles son de todos los vecinos y vamos a seguir ocupándolas», explicaron desde la organización. Esta fiesta se ha salvado, pero no tuvieron la misma suerte las hogueras de San Juan -algunas no se pudieron prender- y algunos barrios, que se han encontrado con más problemas de los habituales para montar las carpas en sus fiestas, recordaron. Como respuesta, los vecinos se lanzaron al agua y lo hicieron batiendo récords de participación, con más de 300 embarcaciones -un centenar más de lo habitual- y 700 inscritos.

Con tanta gente preparada para semejante desembarco, el ambiente que se vivió ayer fue de fiesta y reunión desde primera hora de la mañana. Los bomberos fueron los primeros en darse el chapuzón, pero no los únicos porque alguno que otro naufragó antes de iniciar la ruta acuática y otros estuvieron a punto de hacerlo en más de una ocasión durante el recorrido.

El Cuerpo de Bomberos garantizó la seguridad en todo momento. Primero inspeccionó el canal, donde hay dos tajaderas que pueden entrañar un gran riesgo a lo largo del recorrido, y retiró alguna que otra rama que sobrevuela el cauce para evitar arañazos y sustos. Durante la bajada, los bomberos acompañaron a los participantes tanto en el agua, con sus lanchas (las más estables del día), como a pie, realizando en paralelo el recorrido.

En primer lugar se lanzaron al agua aquellas embarcaciones que iban a flotar sí o sí, o lo que es lo mismo, barcas hinchables y canoas cuyos grumetes eran niños. Cuando llegó el turno de las caseras la vigilancia se intensificó y también la diversión, porque, por muchas ganas que algunos pusieron en el diseño de sus barcas, no lograron mantenerlas a flote. Así que después del chapuzón -el agua estaba fría, decían o, mejor dicho, gritaban- tuvieron que retirarse con cierto sonrojo. Los palés reinventados en navío fueron los grandes triunfadores. Para que flotasen valía todo tipo de elemento apto para tal hazaña.

La jornada de ayer también sirvió para reivindicar de una forma divertida un gran parque lineal. Esta es la petición vecinal que colea año tras año a la espera de que se cumpla.