Las limitaciones de la potencia de los trenes son uno de los tres factores --además de la situación de la catenaria y del sistema de señalización-- que baraja Fomento para afirmar, como hizo su titular, Magdalena Alvarez, el pasado día 1, que el recorrido Madrid-Barcelona no llegará a la velocidad prometida por el PP y quizás ni siquiera superará los 300 km/h.

Al margen de la rebaja en la velocidad que ya se le efectuó a Talgo, sus trenes aún tienen que demostrar que llegan a esos 330 km/h. Ninguno de los siete convoyes que la empresa ha suministrado hasta ahora han sido aún homologados. Y en cuanto a Siemens, ni siquiera ha entregado un sólo convoy.

La adjudicación de contratos del AVE a Talgo levantó en su día una gran polémica. El sindicato UGT llegó a acusar al Gobierno del PP de haber privilegiado a esta empresa vasca por las excelentes relaciones que sus propietarios mantenían con el Ejecutivo que presidía José María Aznar.

Numerosos expertos advirtieron sobre la nula experiencia de la empresa vasca en trenes de alta velocidad. Lo que entonces no se sabía es que Renfe había bajado el listón de la velocidad de las nuevas líneas del AVE a la medida de las necesidades de Talgo, lo que permitió firmar los contratos.