Puntuales y con el mono de trabajo. Ayer a las 9 de la mañana los pintores de Mapiser comenzaban a borrar las huellas de la noche en la conocida zona zaragozano del Rollo, que amanece con algún grafito nuevo por las paredes y con la suciedad habitual después de una noche de sábado y de fiesta.

Los vecinos están cansados de pasear por unas calles que parecen murales creados para los grafiteros. Por eso ayer dedicaban la mañana a eliminar las pintadas de las fachadas de los establecimientos de la zona con esponjas con disolvente «que hacen milagros», bromeaban entre ellos, mientras los pintores pasaban sus brochas por las paredes. «No creo que duren mucho así de relucientes», admitía el presidente de la asociación de vecinos y comerciantes La Huerva, Carlos Monge. «El próximo sábado lo comprobaremos», añadía.

La entidad ha invertido 300 euros en esta iniciativa que pretende mejorar la imagen «degradada» que proyectan calles como las de Moncasi, Maestro Marquina o Ricardo Lozano.

«Es incomprensible que se esté permitiendo que se desarrolle este gamberrismo en el barrio», comentaba María Jesús Morales, una de las vecinas que participaba en la actividad. «Pintar en las fachadas es una falta de educación y de civismo. Venir de fiesta a un bar no significa que tengas que ensuciar la calle ni ir haciendo grafitos», añadía Palmira Mur mientras eliminaba las firmas de los azulejos de uno de los establecimientos de Moncasi.

El problema que viven los vecinos no es nuevo. Se trata de una zona de fiesta que está volviendo a resurgir, «con los problemas de ruido y suciedad que origina», insistía Monge. Este retomará los contactos con los grupos municipales --ayer tuvieron el apoyo del vocal del distrito de Ciudadanos-- para encontrar una solución que exige flexibilidad vecinal y civismo por parte de los jóvenes que disfrutan del ocio nocturno.