De la noche a la mañana las áreas de servicio y aquellos restaurantes y bares localizados en los polígonos industriales aragoneses han podido de nuevo abrir las puertas al interior de los locales, algo que de momento tienen prohibido el resto de hosteleros al encontrarse la comunidad en el nivel 3 de alerta sanitaria. Esta medida, lógicamente, ha sido bien recibida sobre todo por los profesionales de mercancías y por los trabajadores de los polígonos industriales que, después de tantos cambios, se encuentran confusos con lo que está permitido y lo que no.

El polígono de Malpica, en Zaragoza, acoge un gran número de empresas que diariamente acuden al restaurante La Torre ya sea a tomar el café por la mañana, a almorzar o a comer para evitarse así el viaje a casa. Luis Beltrán es el gerente de este restaurante y asegura que han recibido la noticia «con mucho optimismo» pero a la vez, «con mucho miedo de que nos vuelvan a cambiar las normas en unos días».

A pesar de que el cambio de normas supone un beneficio mayor para la hostelería ubicada en estas zonas, Beltrán muestra su malestar por cómo se han hecho las cosas. «El lunes nos dijeron que no podía entrar nadie, echamos a 19 personas al erte y luego, el miércoles, sin margen de maniobra, nos avisan de que lo podemos tener al 50% y tenemos que sacar del erte a 15 personas para hacer frente a esta situación».

Beltrán explica que son días «de mucha incertidumbre» y que los usuarios habituales están llamando para preguntar si pueden comer dentro o si por el contrario pueden ir a recoger la comida para llevársela. «Vamos acercándonos al frío y la verdad que venir a por un café y no estar cómodo, no apetece», comenta Constantino, cliente de este restaurante, que aseguró que se había llevado la cazadora debido a que pensaba que no podía entrar al restaurante debido al nivel 3 de alerta en todo Aragón.

De momento, la mayor preocupación se encuentra en el balance económico que se haga a finales de año debido a que a pesar de que han tenido que reducir mesas, «los gastos son los mismos» y hay que hacer frente «a la duda de la gente que pueda venir y del miedo que se ha generado alrededor de la hostelería», manifestó Beltrán. Una hostelería que no ha recibido de manera equitativa esta adaptación de la normativa vigente. «No sé si es justo o no pero en este aspecto hay que pensar en los camioneros que vienen de lejos y necesitan comer y asearse», explicó.

Por su parte, José Miguel Benabarre, encargado del área de servicio El Cid, en la A-23, ha cogido «con alegría» la nueva decisión pero aún así se muestra solidario con los bares de la capital aragonesa y explica que no lo ve justo. «Ha sido algo más demandado por los camioneros que por la hostelería y, aunque nos ha venido bien, veo que la hostelería de Zaragoza no se muestre contenta por esta desigualdad».

El uso de estos establecimientos está limitado a los transportistas profesionales de mercancías y a los trabajadores de los polígonos industriales pero, a pesar de que los trabajadores de los bares y restaurantes conocen a muchas de las personas que diariamente pasan por aquí, aseguran que no van a pedir la acreditación a nadie ni se van a convertir en policías para hacer que esta norma se cumpla. «Aquí no viene la gente a tomarse una cerveza y quien viene aquí es porque está relacionado con el polígono, puede ser que pase, pero lo veo improbable», comentó Beltrán. Por su parte, Benabarre declaró que era difícil saber si alguien es transportista o no y admitió que no se iban «a enfrentar con los clientes».

Ayer todos los transportistas veían con buenos ojos las medidas adoptadas el miércoles y, a pesar de que más de uno se mostraba confuso al tener que pasar por varias comunidades en un mismo día, agradecían que se pensara en este sector.