Pasear perros ajenos o cuidar de las mascotas en tu propia casa. Esta práctica cada vez más común en España se ha convertido también en una pequeña fuente de ingresos con la que capear la crisis. Y, dada la proliferación de ofertas, han surgido problemas de legalidad y competencia con los negocios ya establecidos.

Desde la Asociación Aragonesa de Centros Caninos, se denuncia que esta práctica no cumple con la normativa y que es «un auténtico fraude». Estefan Guillén, miembro de esta asociación, asegura que no obedecen la ley ya que, entre otras cosas, hay que cumplir con el núcleo zoológico que obliga a la residencia a disponer de un espacio mínimo de 10.000 metros cuadrados.

Las guarderías caninas en Zaragoza se han unido para luchar contra este servicio que está en auge. Por el momento ya han conseguido que se eche el cierre a dos centros que realizaban sus actividades de forma ilegal. «Los vamos a denunciar a todos. Uno por uno», asegura Guillén. Recientemente han llevado ante los tribunales a una exclienta de la que descubrieron sus prácticas a través de las redes sociales. «Esta mujer tiene un empleo, ¿qué hace con los perros mientras está trabajando», se pregunta Guillén.

«Ni respetan las condiciones legales, ni están dados de alta de autónomos, ni tienen que pagar nóminas... Además, ¿cómo aseguran que el cuidado del perro es el adecuado?», prosigue.

CONTROLES /Ante este tipo de dudas, que también surgen entre los propietarios de los animales, empresas como Gudog --una página web que pone en contacto a los dueños con las familias de acogida y paseadores-- aseguran que garantizan un filtro de calidad en el que los cuidadores deben ser mayores de edad, con experiencia en el cuidado de perros y que dispongan de tiempo, de un hogar libre de peligros y sin jaulas ni casetas.

Para Guillén, este tipo de condiciones no garantizan nada, ya que «las residencias estamos sometidos a controles, pero este tipo de práctica no se vigila porque no es legal».

Los precios son similares tanto en los domicilios de particulares como en las guarderías. Oscilan entre los 8 y los 20 euros, aunque en los centros establecidos cuentan con tarifas especiales según se prolongue la estancia del animal. No obstante, pese a ser competencia directa, las residencias dicen haberse visto afectadas debido a que el número de mascotas está creciendo, igual que el de personas que ofrecen sus servicios como cuidadores, por lo que no se aprecia un descenso de clientela respecto a años anteriores.

Según Guillén, uno de los motivos por lo que la gente no siente confianza en las guarderías es el concepto que se tiene sobre ellas relacionado con la idea de perrera. «Es totalmente erróneo. Los perros no están encerrados, sino que disponen de mucho espacio y están muy bien atendidos, no metidos en jaulas».

Pero no todos los perros son capaces de quedarse en residencias. Los más mayores prefieren un ambiente más tranquilo y familiar, así como un trato más personalizado.

«La búsqueda de este tipo de alojamientos más familiar ha subido, equiparándose a las búsquedas de residencias caninas», sentencia Loly Garrido, directora de Gudog.

En ese sentido, Alberto Cubel, un paseador de perros, recuerda que en una ocasión cuidó de una perra pequeña que ya tenía muchos años. «La dueña se quedó mucho más tranquila sabiendo que estaba en mi casa», afirma.