Un grupo de ecologistas de Ansar procedió ayer por la mañana a retirar dos de los doce nidos que soporta la iglesia de la Cartuja Baja, una medida de urgencia ante el peligro inminente de desprendimientos. Los nidos se encontraban en la torre, precisamente la zona más dañada del monumento.

Los vecinos del barrio ya alertaron el pasado mes de diciembre de que veían caer piedras desde este monasterio del siglo XVII, que ha sido declarado bien de interés cultural, histórico y artístico. Como explicó el alcalde de la localidad, José Ramón Gracia, del grupo municipal de CHA, de los desprendimientos que ya ha habido, fruto del paso del tiempo y del peso de los nidos, en el tejado se están haciendo agujeros, algunos de medio metro de diámetro, con lo que hay peligro de que entre el agua y que desaparezcan los frescos de la escuela Bayeu que hay en la bóveda.

Como informó el alcalde de este barrio de 2.200 habitantes, los vecinos demandan una inversión de más de 240.000 euros para restaurar la torre, que es lo más urgente por su estado de deterioro, poner en condiciones la cúpula y consolidar la cornisa. Pero, además, los vecinos también solicitan colocar unas chapas metálicas para impedir el paso de las palomas al interior de la iglesia, que lleva desde hace bastantes años cerrada a los feligreses.

"Nos la estamos jugando", sentenció el párroco de la localidad, Gregorio Forniés, mientras observaba cómo los ecologistas procedían a retirar los nidos hacia la una del mediodía. "Esta situación de dejadez es vergonzosa, desde 1982 las inversiones brillan por su ausencia", manifestó indignado el alcalde, quien urge a rehabilitar el monumento, en torno al cual surgió el núcleo urbano en el siglo XIX, respetando también las cigüeñas.

Un miembro de Ansar, Javier Mendivil, explicó que los nidos que hay en el monasterio fueron construidos en 1995. "Estas aves buscan sitios altos que les faciliten el vuelo y donde tenga alimento". La Cartuja, concretamente, se encuentra cerca del basurero y del Ebro, lo que contribuye a que en el entorno de este barrio rural haya cerca de un centenar de cigüeñas.

"Estos nidos pueden pesar entre 50 y 100 kilos, pero cada año las cigüeñas añaden más elementos", precisó Mendivil, quien recordó que fue en 1999 cuando realizaron la última visita a la Cartuja para aligerar los nidos.

Ayer, el equipo de ecologistas procedió a quitar dos nidos y a equipar otras torres cercanas a la iglesia con materiales, para favorecer el traslado de algunas de las aves. "Cuando la iglesia esté rehabilitada dejaremos cuatro o cinco nidos porque son típicos de estas torres y porque así lo hemos hablado con los ecologistas", expresó el alcalde de la Cartuja.

El pasado mes de diciembre se celebraron en colaboración con la Universidad de Zaragoza las II Jornadas Cartujanas en las que se estudiaba conservar este monumento y llegar a convertir el barrio en un destino turístico. En estos momentos, como señaló el alcalde, están a la espera de una respuesta oficial por parte de la DGA para mantener una reunión en la que también estén presentes miembros del Ayuntamiento de Zaragoza y del arzobispado, de cuya propiedad es la iglesia.