Castanesa se convirtió al inicio de la legislatura del cuatripartido aragonés (PSOE,PAR, Podemos y CHA) en la primera piedra de toque, el primer escollo que calibró la sintonía entre los socios de un Ejecutivo inédito. Y será, seguramente, uno de los termómetros que mida la temperatura política y el horizonte económico que dibuja la comunidad para los próximos años. Porque su ejecución o no, cómo y cuándo se lleva a cabo y cuál es el resultado final del proyecto puede marcar el futuro a medio plazo del Gobierno de Aragón. Sin olvidar, claro, la difícil tarea de lidiar con el covid-19.

Por lo pronto, todo apunta a que este otoño será determinante para conocer si el plan para ampliar la estación de Cerler por Castanesa, que contempla los construcción de hasta 3.100 viviendas, comienza a ver la luz. El inicio de la temporada y la vuelta de la actividad política tras el verano, enfilando ya el ecuador de la legislatura, parece el escenario idóneo.

Sea como fuere, dar luz verde a Castanesa dependerá principalmente del Gobierno de Aragón y sus socios --CHA y Podemos ya han anunciado su frontal oposición--, pero también tendrá mucho que decir Ibercaja que, al igual que el Ejecutivo autonómico, tiene el 50% del capital de Aramón. Eso sí, Lambán y el cuatripartito tienen la decisión en sus manos porque en este caso el liderazgo lo tiene la DGA, reconocen fuentes de la negociación.

LA POSTURA DEL BANCO

La apuesta de Ibercaja es llevar adelante el proyecto, siempre y cuando «cumpla la normativa medioambiental, sea sostenible» y permita desarrollar una zona que se va desangrando poco a poco por la pérdida de población. Porque aunque la venta de la participación del banco en Aramon ha estado sobre la mesa, desprenderse de este activo ahora es casi imposible por la crisis del covid y en un sector turístico en caída libre. Esta posibilidad es «remota» en este contexto, afirman las fuentes consultadas por este diario que prefieren mantener el anonimato.

Hace algo más de un año hubo algún fondo interesado en adquirir esa participación pero para que esto se produzca Ibercaja también pone tres condiciones: que el que llegue lo haga para potenciar el proyecto, que tenga un amplio conocimiento del sector y que exista una garantía de continuidad.

El caso es que desde el banco aragonés reconocen no tener prisa por vender, incluso con la salida a bolsa en el horizonte, aunque el regulador ya ha permitido una prórroga de dos años para que Ibercaja pueda dar el saldo al parqué.

Nadie duda de que Aramon se revalozaría si Castanesa se pusiera en marcha porque se elevaría el valor de sus activos, lo que tendría un efecto positivo para la DGA y para Ibercaja. Además, el banco tiene una importante cuota de mercado en la zona. Más viviendas, más riqueza y más desarrollo también suponen más actividad inmobiliaria y más créditos para el banco aragonés.

Por tanto, Castanesa encierra varios debates en un mismo proyecto: el político, el económico, el medioambiental y el del desarrollo de un territorio que pierde población sin freno como se han encargado de recordar los vecinos del valle, que, en su mayoría, están a favor de Castanesa.

EL PRIMER GUIÑO

Uno de los primeros guiños del Ejecutivo de Lambán a este proyecto ha sido la introducción en un apartado del Decreto Ley de medidas urgentes y extraordinarias para impulsar la Estrategia Aragonesa para Recuperación Social y Económica de Aragón. Este recoge la Modificación de la Ley 11/2014, de 4 de diciembre, de Prevención y Protección Ambiental de Aragón (subapartado 2) que establece un año de prórroga para que la declaración de impacto ambiental (DIA) del proyecto no caduque a finales del 2020. Detrás de esta decisión está compensar las limitaciones derivadas del covid-19, argumenta el Ejecutivo de Lambán.

Sea como fuere, lo que parece claro es que el proyecto de Castanesa supone un cambio de modelo respecto a la política de desarrollo de la montaña. Ibercaja sostiene que este cambio «tiene sentido para Aramon, para sus accionistas y para la zona», porque conllevaría desarrollo y una mejora de las infraestructuras, empleo y riqueza. Pero la pelota está en el tejado de la DGA. H