De nuevo la plaza Paraíso de Zaragoza y su entorno se topaban con un colapso en el tráfico ayer. O más bien el cierre de todos los accesos, provocado por el reventón de una tubería de 750 milímetros de diámetro que recorre el paseo de Sagasta y que se produjo cerca de las 20.00 horas, a la altura de El Corte Inglés. Se trata de una de las canalizaciones «de unos 80 años de antigüedad» que forman parte de la red arterial, por la que baja «mucha agua y a mucha presión». De manera que sorprendió a todos, viandantes y conductores, anegando la calzada, el bulevar, la glorieta de Paraíso, el paseo Constitución y hasta Independencia y Gran Vía. Por suerte, ningún hogar se quedó sin suministro aunque, según el ayuntamiento, «puede que algunos noten que baja la presión con la que llega al grifo».

Ningún vehículo podía pasar por ese punto, ni siquiera la tres líneas de autobús -la 23, la 33 y la 34-, que tuvieron que ser desviadas por la avenida Goya hacia la Puerta del Carmen, por Hernán Cortés, porque Paraíso, Sagasta y todo el entorno se convirtió en una enorme balsa de agua que lo anegó todo desde las 19.45 horas hasta las 21.45, momento en el que los guardallaves dieron por controlada la fuga. Solo el tranvía pasaba sin problemas.

MÁS AFECCIONES

Dos horas de intenso trabajo y mucha expectación de vecinos, comercios y centenares de curiosos que se encontraban en esos momentos por la zona. Aunque tras ellas siguieron las afecciones al tráfico. El paseo Sagasta se quedó cortado al tráfico en sentido hacia Paraíso, y lo seguirá estando hasta que hoy los técnicos municipales determinen si se puede mantener abierto el carril más próximo a la acera de El Corte Inglés durante las «dos semanas» que el ayuntamiento prevé que duren las obras de reparación. Porque la tubería se encuentra «a mucha profundidad» y pegada al bulevar central, bajo el carril izquierdo.

Los más perjudicados fueron los quioscos situados en el bulevar del paseo Sagasta. «Hemos escuchado como una explosión y ha empezado a salir agua de la cañería justo aquí al lado», relató Ramona Prada, dueña de uno de los comercios que perdió parte de sus productos al quedar el suelo completamente inundado con el agua por encima de los tobillos. Su compañero, Jesús Segura, afirmó que la policía no «les permitió el paso con la furgoneta para recoger y desmontar el negocio», y se preguntó que «quién iba a pagar toda la mercancía dañada». El agua bajaba con fuerza y arrasó con todas las cajas colocadas en la superficie. Además de los negocios del bulevar, la farmacia situada en el número 6 del paseo Constitución también sufrió algunos daños pero sin afecciones importantes. En el momento del reventón tan solo cinco personas se encontraban próximas a la tubería.

Muchos de los viandantes que al principio se mostraron escépticos a cruzar la calle para evitar la riada perdieron el miedo, se quitaron los zapatos y no tuvieron reparo en mojarse. Incluso algunos aprovecharon para hacer fotos y divertirse.