La Academia General Militar de Zaragoza lució ayer sus mejores galas para hacer entrega de los reales despachos a los 406 nuevos oficiales del Ejército de Tierra y de la Guardia Civil. El acto fue presidido por el rey Felipe VI, que el sábado cumplirá 30 años desde que salió del centro como teniente. Entregó los diplomas y la condecoración correspondiente a los seis alumnos que destacaron con el mejor expediente académico en un acto que acabó con sorpresa incluida: la petición de mano de un oficial a su novia. El director de la Academia General Militar, Carlos Jesús Melero, destacó el aniversario que se cumple el próximo sábado: «Ese día recibió, en manos de su padre el rey Juan Carlos I, el despacho de teniente de infantería».

A las 12 de la mañana, Felipe VI llegó al patio de armas, donde tras pasar revista a las tropas, saludó a las autoridades ahí presentes. Entre ellas se encontraba el presidente de Aragón, Javier Lambán; el de las Cortes, Javier Sada; el Justicia de Aragón, Ángel Dolado; la delegada del Gobierno en Aragón, Carmen Sánchez, y el alcalde de Zaragoza, Jorge Azcón, entre otros.

Entre las 406 personas que ayer recibieron el despacho, 2 de ellos eran de origen jordano. Este año el número total de mujeres ha sido de 24, una más que el 2018, frente a 382 hombres.

Melero felicitó a todos ellos añadiendo a su vez «a los familiares y amigos». Familiares que, en todo momento acompañaron y aplaudieron el acto desde los palcos habilitados.

Melero se dirigió a los 406 tenientes para decirles que «quedaban atrás las largas horas de estudio, de esfuerzo y sacrificio en la instrucción». El director de la academia no se privó de dar consejos a los ya oficiales del Ejército y de la Guardia Civil: «Continuad cultivando, a lo largo de toda vuestra carrera profesional los valores que aquí se os han inculcado. Ello no solo os hará mejores militares sino también mejores personas».

Un año más, el calor provocó algún que otro susto en las más de mil personas que celebraban uno de los días más importante para ellas. Pasadas las 12.30 de la mañana, hasta diez cadetes de otros cursos tuvieron que abandonar el patio tras desvanecerse.

Una vez finalizado el discurso del director, se realizó el homenaje a los que dieron su vida por España, y las tropas desfilaron por el recinto de la Academia. Posteriormente llegó el momento que todos esperaban, la hora de romper filas por última vez. En este momento, los más de 400 tenientes lanzaron sus gorras y tricornios al aire, momento en el que uno de ellos aprovechó para crear la anécdota de la jornada: la petición de mano.