Una treintena de vecinos de Graus propulsa una recogida de firmas para impulsar al ayuntamiento a ejecutar una moratoria inmediata y de 13 años de duración sobre la concesión de licencias de apertura y ampliación de las granjas de porcino. La iniciativa parte de la comprobación del alto grado de contaminación de origen fecal animal que sufre el entorno de Torres del Obispo, núcleo habitado por unas 150 personas perteneciente a la capital de la comarca oscense de La Ribagorza.

La preocupación vecinal nace por el estado de insalubridad de varios puntos de agua alrededor de esta población, donde se asientan dos granjas de cerdos. Seis de las nueve tomas realizadas el pasado 1 de diciembre han detectado dosis atípicamente elevadas de nitratos y bacterias, atribuibles, según el escrito registrado en el consistorio, al esparcimiento de los purines de las miles de cabezas de estas explotaciones en un espacio con baja densidad de población.

Alrededor de 200 personas ya han firmado una propuesta cuyo fin es promover una reunión de la junta de portavoces en el Ayuntamiento de Graus donde se dé a conocer y analizar esta realidad y, posteriormente, paralizar las nuevas concesiones a este sector que, junto al turístico, se ha convertido en la principal vía económica de La Ribagorza con 160 explotaciones y unas 250.000 cabezas de porcino. La despoblación azota a una comarca donde apenas viven 12.000 personas censadas.

Análisis del agua

La alarma ha provocado que la Comisión Reguladora del Agua de Torres del Obispo, organismo que promovió los análisis, haya manifestado que el suministro de boca es apto para el consumo humano cumpliendo con todos los límites establecidos por sanidad incluso antes de ser tratada. Además, recuerda que el cloro de los tratamientos elimina las bacterias.

En el escrito presentado por los vecinos se subrayaba esta circunstancia, dado que la contaminación no afectaba ni al pozo de abastecimiento de Torres del Obispo ni a la fuente del Molino, de uso popular. Añade que gracias a las mejoras en el suministro de agua producidas en el 2016, cuando en la zona se instaló una macro granja de 3.000 cerdos, tienen en la actualidad servicio Pueyo de Marguillén y La Puebla del Mon. «El problema es que si no se toman medidas se pueda envenenar el acuífero», reconoce Alfredo Burrell, portavoz de los vecinos.

Seis puntos afectados

Los datos de los análisis presentados por este colectivo detectan la no potabilidad del manantial del Pueyo y de El Güello, los barrancos del Sarrón, Santo Domingo y La Puebla y un pozo agrícola. Se denuncia que algunos se sitúan a apenas unos centenares de metros de la planta embotelladora de Aguas Ribagorza ubicada a orillas del embalse de Barasona, y cuya reapertura por parte de la empresa Aquaservice es inminente y se ha retrasado debido a la pandemia.

Además de las afecciones sobre los cultivos hortícolas, los firmantes alegan el peligro que la mala calidad del agua puede suponer para el sector turístico que se concentra alrededor del pantano y que ahora se levanta en protesta por las restricciones de movimiento promovidas por el covid. «El embalse de Barasona es un entorno turístico muy agradable, donde se concentra una actividad muy importante hostelera, de pesca o navegación, además de la embotelladora. Esto afecta a la calidad del riego que se hace desde el pantano a los cultivos de abajo o incluso a la toma de agua que se realiza en varias localidades, pese a que produzcan saneamientos», incide Burrell.

Esta demanda coincide con la recogida de firmas realizada a nivel estatal por la Coordinadora Stop Ganadería industrial y se une a la ya realizada anteriormente por el colectivo ecologista SOS Ribagorza, que alertó de la contaminación por similares motivos en análisis realizados en otros núcleos al norte de Graus o incluso en otros lugares más orientales como en la icónica fuente de Dos Bous, junto a la Ermita de San Medardo, símbolo y patrón de Benabarre. Las localidades ribagorzanas de Lascuarre, Capella, Graus, La Puebla de Castro y Secastilla han sido declaradas por el Gobierno de Aragón como zonas vulnerables por nitratos.

En este sentido, en el documento registrado, son citados los problemas de abastecimiento que han sufrido otros pueblos como Laguarres, que tuvo que ser abastecido por el transporte de cubas de agua, por contaminación por supuestos vertidos incontrolados en el río Isábena, que también se han detectado en el Ésera. Localidades oscenses como Sabiñánigo, Jaca, Ainsa-Sobrarbe, Loporzano o Chimillas ya han promulgado limitaciones o moratorias sobre la ganadería industrial porcina.

Torres del Obispo cuenta en su núcleo con dos granjas de cerdos, una en proyecto de ampliación, dos de vacuno y una de gallinas. «Nosotros no vamos en contra de los ganaderos, estamos en contra del sistema político que ha permitido y no ha controlado la contaminación que se está echando repetidamente en las fincas», declara Burrell.

Despoblación

Este grupo de vecinos de Graus denuncia las malas prácticas en la eliminación de los purines y el poco control que se hace sobre este proceso. «El problema es que por ahorrarse unos kilómetros tiran los desperdicios una y otra vez en la misma finca y se produce una sobrecarga y el filtrado a capas inferiores. Con unos barrancos que bajan tan cerca del Pirineo, con la calidad que hemos tenido siempre, es increíble que en un futuro tengamos que beber agua embotellada». añade Alfredo Burrell.

Pese a que se están motivando medidas para reducir los olores del esparcimiento del purín, desde el colectivo lamentan que estos inconvenientes puedan frenar la llegada de nuevos pobladores.