Fernando Rivarés, concejal de Economía y Hacienda del Ayuntamiento de Zaragoza, y protagonista en muchas de las broncas de los plenos municipales, consiguió ayer algo inédito: que el alcalde, Pedro Santisteve, suspendiera la sesión plenaria.

Si algo ha habido en este consistorio han sido broncas, broncas y más broncas, pero nunca antes Santisteve había decidido hacer un receso. Lo hizo ayer, cuando Rivarés trató de esquivar las críticas de la oposición por la baja ejecución presupuestaria a base de puñetazos dialéticos. Ayer, hasta CHA, más benévolos que el resto, cargó contra el concejal por haber dejado sin ejecutar un 8% del presupuesto, que solo en Urbanismo son 44 millones. El debate se desarrolló con normalidad hasta que sufrió el primer revés. Fue cuando el titular de Hacienda atacó a la concejala de Cs, Sara Fernández, ironizando que no había intervenido en el mitin de Albert Rivera que se celebró en Zaragoza el domingo. Por los murmullos que se oyeron en el pleno y la cara de muchos, incluidos miembros de ZeC, este comentario no gustó. Pero menos todavía cuando decidió llamar «desbancados de sus listas» a los concejales del PSOE que, salvo Lola Ranera, no están incluidos en la de la alcaldable Pilar Alegría. Y claro, no les hizo ni pizca de gracia.

Su speech no acabó ahí porque en uno de sus ataques al Gobierno de Pedro Sánchez por haber incluido la deuda del tranvía en la contabilidad municipal, Trívez le interrumpió y Rivarés explotó. Además de llamarle «maleducado», le pidió respeto de una forma más que cuestionable. «Ya le tocará su turno, que le queda otro pleno. Ya no más en la vida. Compórtese en su penúltimo pleno». Desde la bancada socialista acabaron llamándole «traidor» por eso de que decidió abandonar ZeC para pasarse al Podemos de Violeta Barba. El alcalde pidió a la oposición que no le «interrumpieran» porque «entra al trapo». «Ya saben cómo es», afirmó sin molestarse en defenderle. Ya no se llevan bien, y eso se nota.

Visto que el ambiente estaba calentito y que no le interesaba que se hablase del cambio de partido de Rivarés porque evidencia la crisis interna del Gobierno, decidió suspender la sesión plenaria y reunirse con los portavoces para acordar que en el pleno no se haga mención alguna a la situación interna de los partidos porque pulgas hay en todos.