El hombre que se atrincheró en un bar de Zaragoza 20 horas y luego se suicidó pedía insistentemente ver cara a cara a su expareja, lo que no fue permitido por el riesgo que suponía para la mujer, y tras lo que la Policía intentó obligarle a salir del local, como se hace con éxito en otras ocasiones.

Así lo han explicado fuentes policiales, dos días después de que Luis Pedro R.G., de 62 años, se suicidara tras permanecer casi 20 horas atrincherado en las que los negociadores de la Policía trataron de convencerle para que no acabase con su vida.

Esta ha sido la única de las siete intervenciones "graves" que el Equipo Nacional de Negociación ha llevado a cabo este año en las que el resultado no ha sido positivo, y finalmente la persona atrincherada ha fallecido.

En el caso de Zaragoza se agotaron todas las posibilidades de negociación, después de que el hombre pidiera varias veces ver cara a cara a su expareja, a la que según las investigaciones había prestado dinero y luego le había dejado, y no se le permitiese porque podía herirla e incluso matarla.

Sí se permitió que la mujer accediese a la planta baja del inmueble, mientras el hombre permanecía en un altillo, para que hablasen, pero sin posibilidad de que la viera, y menos de cerca.

El hombre no hablaba mucho y solía contestar con monosílabos, sobre todo conforme pasaron las horas.

Una vez "agotadas todas las posibilidades de negociación", la Policía decidió intentar hacerle salir lanzando gases en el interior, a la vez que los agentes entraban en el edificio.

Pero no salió, sino que se introdujo en una pequeña estancia en la que acabó disparándose con el arma de fuego que tenía.

"El responsable del operativo, del grupo táctico y del equipo negociador, intenta solucionar siempre la situación de manera pacífica. En otras muchas ocasiones se toma esta misma decisión táctica y sale bien... Pero en esta ocasión no", reconocen la fuentes.