Luis Pedro Rocaful no quiso dejar este mundo sin antes despedirse de su expareja y socia, Fátima Sánches. Escribió una carta, que entregó al negociador, en la que dejaba claro que su situación personal era crítica porque se había quedado sin mujer y sin el dinero que había puesto para poner en marcha el bar Maxi-2, situado en la calle La Salina, del barrio zaragozano de San Pablo.

La misiva tiene esos dos ejes: el económico y el sentimental, si bien la mayor cantidad de líneas giran en torno al amor que procesaba a Fati, que es como llamaba a esta mujer angoleña de origen portugués. De ella se despide con un "Adiós Fati, te quiero y sabes que tu corazón me ama. Mi amor estará siempre a tu lado".

Luis Pedro Rocaful le reprocha que no contestó a sus mensajes y le dice que lo que estaba pasando en ese momento --el atrincheramiento en su establecimiento-- "no era para tanto". De hecho, le recuerda que "ha ido hasta el final de su capacidad" y que no olvide que nunca le haría daño. "Aunque tenía rabia como para marcarte muy profundamente, pero mi corazón no lo permitió", escribe.

PAGOS

En estas líneas deja entrever que pudo haber cometido un nuevo caso de violencia machista, pero que no lo hizo. Algo que intentó también evitar el negociador de la Policía Nacional, quien rechazó que Fátima Sánches subiera al altillo en el que estaba Rocaful si no se desprendía del arma. Situación a la que no accedió.

También reconoce que "no pretendió recuperar el amor perdido", sino que le "hubiera bastado" con que le aceptara como un amigo y socio.

Resulta curioso que este hombre que pasó gran parte de su vida laboral trabajando en el extranjero, solo se dirige a Fati, sabiendo que en esa calle llena de policías también estaban sus hermanos y sus dos hijos, Simón y Daniel, que los tuvo con Tuc, su anterior mujer.

Cuando acaba de hablar de amor, Luis Pedro Rocaful reconoce que está arruinado. "Ya no se debe nada del alquiler, está todo al día, lo pagué yo con lo último que tenía". "Ahora ya no tengo ni un euro, sabes que Luis no pide limosna", mantiene.

Una afirmación que reconoció a EL PERIÓDICO el dueño del local, José Luis Berges, quien admite que llegó a perdonarle esos 1.500 euros que le debían de varios meses pero que "él quería cumplir a toda costa".

BASE DE UNA NEGOCIACIÓN

También le dice que ha mantenido conversaciones para evitar un embargo de Fátima de 21.000 euros que podrían ser cancelados por unos 6.000, pero que no tiene el dinero, a pesar de su voluntad.

Esta carta, adelantada por El programa del verano, fue utilizada por el negociador momentos previos al asalto, según fuentes de la investigación. Las conversaciones que ambos mantuvieron giraron en torno a estas líneas tan relevantes.

Fátima tuvo esta misiva durante este tiempo, si bien el juez del caso se la acaba de pedir.