El jurado popular constituido en la Audiencia Provincial de Zaragoza para dirimir si Rodrigo Lanza es culpable o inocente en el crimen de los tirantes se reunirá este miércoles a deliberar. Este martes, a media tarde, se les entregó el objeto de veredicto, si bien no tuvieron tiempo de debatir por lo que pasaron la noche en un hotel. Allí estuvieron incomunicados con el exterior.

Poco antes de eso pudieron escuchar el último alegato de Lanza, quien, con un papel en la mano en el que tenía anotadas las ideas, pidió perdón por la muerte de Víctor Laínez tras la agresión ocurrida el 8 de diciembre del 2017 en el bar El Tocadiscos, en el zaragozano barrio de La Magdalena.

«Yo siento claramente la muerte de esta persona, en todo momento yo actué defendiéndome y espero que la familia lo pueda entender», señaló Lanza, quien incidió en que fue «algo instintivo y, por lo tanto, sin pensar». Que no tuvo intención de que Laínez muriera, tal y como aseguran todas las acusaciones, es algo que señaló en varias ocasiones para evitar una condena por un delito de asesinato. De hecho, hubo un momento en el que la magistrada presidenta del tribunal popular, María José Gil Corredera, le pidió que no siguiera porque «los hechos ya los conocemos» o «porque el anterior juicio ya se había anulado».

El abogado defensor, Endika Zulueta, presentó su informe también ayer, ya que le surgió un importante problema personal que impidió que lo hiciera en el turno posterior a las acusaciones. Este letrado pidió la absolución, a la vez que solicitó al jurado «que juzguen a Rodrigo Lanza y no al personaje que han traído aquí». «Antes llevaba rastas, ahora no, ¿Eso es incriminatorio?», señaló a la vez que se dirigía a los miembros del jurado y les espetaba: «Quítenselo de la cabeza, poca prueba tienen cuando se habla más de la estética que de la ética».

En el caso de que hubiera condena, Zulueta les aseveró que «Lanza no es como el rey emérito o los diputados, él cumplirá toda la pena íntegra, hasta las 3/4 partes de la condena este tipo no se sale de prisión», recalcó.

Defendió que Lanza vio una navaja en la mano de Laínez, que le propinó un golpe en la cara para defenderse y que la víctima cayó al suelo, de espaldas, y que fue a consecuencia de ese golpe cuando se rompió el hueso temporal derecho, tras lo que, según el propio Lanza reconoce, el acusado le siguió propinando golpes en la cara y «solo una patada», sin valerse de ningún objeto, tal y como a su juicio ha quedado demostrado.

También recordó que, según los peritos contratados por él, Laínez tenía antecedentes médicos anteriores, relacionados con el corazón, y que sin esos daños previos quizá no hubiera muerto. En ningún momento aludió a los forenses, quienes dijeron lo contrario. Finalmente, negó que actuara por motivación ideológica y que esta no puede ser considerada un móvil de la acción, a pesar de que víctima y acusado tenían ideologías opuestas.