El inesperado anuncio realizado ayer por la presidenta del Gobierno de Aragón, Luisa Fernanda Rudi, de que la DGA comprará al Ministerio de Fomento la estación internacional de Canfranc por un "precio simbólico" (310.000 euros, el valor catastral), parece a primera vista una buena operación. Pero no deja de sorprender tanto por su premura como por la inconcreción de sus objetivos.

Rudi hizo este anuncio durante la recepción ofrecida a los representantes del manifiesto Ahora, Canfranc, que agrupa a distintas entidades que preconizan la reapertura de la línea internacional entre Canfranc y Oloron, cerrada desde el año 1970. El edificio se compra cuando lleva dos años con unas obras de restauración interrumpidas, al parecer con el fin de concluirlas, lo que fue ayer bien recibido por el alcalde de Canfranc, Fernando Sánchez, que apuesta por llenar de contenido la estación y emplearla en beneficio de la economía local.

En principio, Rudi dijo vagamente que la estación se destinará a potenciar las estaciones de esquí, por lo que tendrá un objetivo "deportivo y turístico".

El anuncio de ayer implicará la modificación de un documento suscrito en el 2005 por la DGA y el Ministerio de Fomento. Según fuentes del Gobierno de Aragón, ese texto legal impedía al Ejecutivo controlar el uso del edificio, mientras que ahora, tras la compra, la DGA será libre de dar a la estación el destino que considere conveniente.

Las mismas fuentes manifestaron que próximamente se reunirá un nuevo grupo de trabajo creado ad hoc y el Consorcio Urbanístico Canfranc 2000, del que forman parte la DGA, el Adif y el ayuntamiento canfranqués, que dará pasos para aclarar el futuro de la infraestructura.

Sin embargo, no queda claro en qué medida la adquisición de la estación supone un cambio respecto a la situación actual, dado que la idea del Adif era asimismo construir un hotel, que fue encargado al arquitecto aragonés José Manuel Pérez Latorre.

PROYECTO FALLIDO Todo indica que la DGA se propone reconducir un proyecto que pecaba de ambicioso y que fracasó cuando la crisis económica tiró por tierra los planes para realización de una gran urbanización de apartamentos y viviendas en las inmediaciones de la instalación ferroviaria.

"El proyecto anterior estaba totalmente parado y la compra supone acabar con esa situación", aseguraron ayer en el Gobierno de Aragón.

El destino turístico de la estación no supondrá abandonar la vieja reivindicación de reabrir la línea internacional y mejorarla entre Huesca y el túnel. De hecho, Luis Granell, responsable de Crefco, una entidad que persigue la reapertura del Canfranc, indicó ayer que ve con buenos ojos la adquisición de la estación, "siempre y cuando se dedique al objetivo para el que fue creada".

El inmenso edificio ofrece espacio suficiente para compaginar el uso ferroviario y el de hotel, aunque Granell sostiene que no debe ser de lujo. En cualquier caso, Crefco cree que la adquisición es un paso en dirección a la reapertura de la línea, un objetivo que el Gobierno francés sitúa en el 2020, cuando la reforma de las vías llegue hasta el túnel por la vertiente norte del Pirineo. El alcalde de Canfranc, que ha convocado un concurso de ideas sobre futuros usos, dice que la estación es ideal para una zona comercial y otra museística.