La maldad se atribuye a uno de los veteranos del partido, a un superviviente del clan de la tortilla o de los primeros tiempos del felipismo. Su eslógan Ni Su ni Sá no ha pasado desapercibido, ni fú ni fA, y ha hecho fortuna, se ha tornado viral o mejor vírico, pues en los últimos tiempos casi todo lo que afecta al cuerpo convaleciente del PSOE tiene que ver con bacterias internas o externas, ideológicas o estratégicas, con tratamientos de choque o dosis masivas de antibióticos para prevenir anticuerpos.

Con este Ni Su ni Sá, lo que realmemte quieren expresar una parte de los socialistas es la necesidad de una tercera vía entre las dos candidaturas a la secretaría general actualmente en liza: la oficial, de Susana Díaz, y la alternativa de ese Pedro Sánchez herido, sí, pero no aún, no todavía muerto matao políticamente y con ganas de dar guerra, de alborotar sedes, incluso de abrir locales de afiliación. Sánchez, en su apostasía, ha jugado la carta populista, evangelizadora de un nuevo socialismo que él, sin las manos del trabajador, sin el polvo del agricultor, del minero, dice representar contra sus pequeñoburgueses compañeros del comité federal.

Pero ni su mensaje ni su estilo contienen revolución alguna, sino unas cuantas reformas de corte socialdemócrata y liberal (las que en lo económico le llevaron a pactar con el C’s, y las que habría gestionado como presidente del gobierno), aunque sí, desde luego, una elevación del poder decisorio de las bases hasta los límites mismos de la democracia representativa. Como el calentamiento de los océanos, el iceberg Sánchez, de dimensiones aún no establecidas con precisión, al haberse desgajado muy recientemente, amenaza anegar algunas costas pobladas en tierra socialista con el océano de la militancia, que no siempre regresa a su antiguo ritmo de mareas ni se deja dominar.

Frente a ese mar embravecido, Susana Díaz (Su) sigue esperando esa ola de aclamación que la lance a Madrid sobre la espuma de las horas, los trabajos y los días, evitando a ser posible las primarias y, sobre todo, la división del partido.

Los defensores del Ni Su ni Sá apoyan como tercera vía a Patxi López (Pa), animándole a presentar su candidatura a la secretaría general como solución a los males actuales del PSOE.

Un lío monumental que la gestora de Javier Fernández (Ja), iba a frenar. Ni Su ni Sá, ni Ja ni Pa, ni fu ni fa.