Son las 21.10 horas de la noche y Carmen Labarta atiende a este diario desde la biblioteca. Allí se prepara los exámenes de 3º de Medicina, una carrera que empezó hace tres años tras conseguir una nota de 13,9 en la Selectividad del 2016. «En casa también estudio, pero me ayuda y me oxigena estar con mis amigos y compañeros de carrera para resolver dudas», cuenta. Fue la mejor calificación de Aragón aquel año y, de momento, mantiene la misma constancia de estudio y esfuerzo que en el colegio. «Los primeros años son más teóricos, pero en 3º hacemos más clínica y me está gustando mucho. No me arrepiento para nada de mi elección», dice. «Mantengo el esfuerzo y la ilusión que tenía en Bachillerato y ahora, que estudio lo que me gusta, es diferente. Siempre hay asignaturas que te decepcionan, pero en general estoy muy contenta. Va a ser difícil cuando tenga que elegir si cirugía o la parte más clínica», indica Labarta, que estudió en Marianistas. De su Selectividad recuerda que hubo reclamaciones por el exámen de Química, que fue «muy difícil», y también que muchos compañeros de promoción «han cambiado de carrera» al ver que no había elegido bien. «Alguno no obtuvo el resultado que quería, pero diría que en general todos han llegado a alcanzar lo que querían», dice. Su 13,9 es una gran marca en su expediente académico, pero eso no asegura un éxito. «No te garantiza nada. El mes de exámenes hay que tener mucha inteligencia emocional y calma, no agobiarse. Hay mucha cantidad de materia y hay que saber gestionarlo. Es como un entrenamiento para una maratón, con horarios establecidos. La relación de horas y los resultados compensa», asegura la joven. Eso sí, reitera que el día de antes de un examen «se estudia mañana, tarde y noche si hace falta». Todavía le quedan unos años por delante para terminar la carrera, pero Carmen ya tiene ideas en mente. «Me gustaría salir fuera. El año que viene haré un intercambio de movilidad nacional y, al siguiente, me iré de Erasmus. Creo que es necesario salir por todo, por los idiomas y también por crecer personalmente y vivir esa experiencia», dice Labarta.