Ante la situación que se ha creado en Sádaba, el sacerdote permanece a la espera y, por razones obvias, no desea hacer declaraciones al respecto, aunque sus ojos hablan por sí mismos: están apagados. Falta de brillo que también se aprecia en sus últimas ceremonias, que ya no son las mismas. Son más tristes, más cortas. Y es que José Luis Casasús "no desea irse del pueblo", dice el alcalde sadabense Cecilio Cavero, "ya que ha pasado la mayor parte de su vida en el municipio y está totalmente integrado". Una prueba de ello es que ha formado o forma parte de la mayor parte de las agrupaciones existentes en la localidad y que es invitado a cualquier celebración que se realice en la localidad, "porque le consideramos uno más de nosotros", concluye Cavero.

Ayer la convulsión que vive el pueblo protagonizó un nuevo episodio, al publicarse en este diario los detalles del traslado y sus consecuencias. Los ejemplares se vendieron en menos de una hora y el ayuntamiento decidió hacer fotocopias de la información y distribuirlas por la localidad.