Tengo la impresión de que no se le está dando la importancia que tiene al enorme avance de Izquierda Unida en las encuestas. Una tras otra apuntan a su crecimiento y todas no pueden estar equivocadas.

En el último barómetro del Gesop, publicado el pasado lunes en estas mismas páginas, el partido de Cayo Lara pasaría de sus actuales 11 diputados en el Congreso a nada menos que 39. Multiplicándose por más de tres y convirtiéndose en un apoyo básico para cualquier combinación de futuros gobiernos de izquierda.

¿Y por qué crece de semejante manera IU? Por varias razones, creo.

En primer lugar, porque consolida escaños allá donde, perjudicada por la ley D'Hont, hasta ahora no los obtenía por poco, y en determinadas circunscripciones por un puñado de votos. Al saltar, según las encuestas, y con holgura, de los dos millones de sufragios, "barre" unos cuantos diputados más.

Pero, sobre todo, IU crece porque, obviamente, aumenta de manera espectacular su espectro de votantes.

Algunos, en buena lógica, procederían de las pérdidas del PSOE, que no acaba de recuperarse. Otros, de los indignados, huérfanos de una fuerza autóctona, propia, nueva, que les represente. Otra remesa de sufragios derivaría en Izquierda Unida procedente con seguridad de los nuevos votantes que verían en sus siglas una palanca para luchar contra la globalización, las imposiciones del mercado y otras lacras de la moderna economía española.

IU crecería también por la política de recortes de Mariano Rajoy, por su entreguismo a los bancos y poderes financieros y por la dramática situación de desempleo que viven los jóvenes y sus familias.

Y, más que probablemente, IU captaría asimismo votos de su filial sindical, de la marginación y de la emigración (interna y externa), entre otras terminales tradicionales suyas...

¿Y el líder, influye? La imagen de Lara no es sofisticada, pero sí auténtica: la de un obrero con un micrófono en la mano. De vez en cuando le pega una patada al diccionario, pero, desde que está al frente, no han parado de subir.

En Aragón, el trabajo de representantes intachables, como Adolfo Barrena o José Manuel Alonso, ha contribuido a su buena imagen.

Estamos ante un factor clave.