Al joven historiador inglés Jacob Field el tiempo le cunde realmente.

Especializado en temas de divulgación, es autor, entre otros muchos trabajos, de 1001 sitios históricos y de 1001 batallas que cambiaron el curso de la historia. En su última entrega se ha interesado por las piezas oratorias máscélebres. Por fortuna, no le han salido 1.001. Su selección (Discursos que inspiraron la historia, editorial Edaf) es bastante más breve pero muy interesante.

Comenzando por las primeras intervenciones de mandatarios con relieve público. Como fuera, por ejemplo, la oración fúnebre pronunciada en el siglo V a. C. por Pericles en honor de los atenienses caídos en los combates de la primera guerra del Peloponeso. "La tumba de los grandes hombres es la tierra entera --decía Pericles--. No sólo son conmemorados en columnas e inscripciones en su propia patria; su recuerdo pervive también en suelo extranjero. No grabado sobre la piedra, sino en los corazones de los hombres".

Sigue, en el 326 a. C, junto al río Hidaspes, la vibrante arenga de Alejandro a sus tropas. Se recopilan asimismo exordios militares de Aníbal, Julio César y Guillermo el Conquistador. Más otra arenga, disfrazada de prédica, del Papa Urbano II llamando a los reinos cristianos a la Cruzada. "Vuestros hermanos que habitan en el oriente requieren con urgencia vuestro auxilio. No sólo yo, también el Señor os exhorta a barrer esa raza vil...". La réplica, un siglo después, se la daría Saladino frente a las murallas de Jerusalén.

Hernán Cortés ("Sois escasos en número pero fuertes en resolución y no dudéis que el Todopoderoso, que jamás ha abandonado a los españoles en sus luchas contra los infieles, os protegerá"), Isabel I de Inglaterra o Cromwell se suceden en el protagonismo de la palabra oral a lo largo de los siglos de los descubrimientos.

La Ilustración está representada por Robespierre ("Informe sobre los principios de moral política"), Patrick Henry ("Dadme la libertad o dadme la muerte") y George Washington.

El siglo XX es rico en intervenciones determinantes, de Lenin a Salvador Allende, de Wilson a Golda Meir, de Lloyd George a Ho Chi Minh, de Adolf Hitler a Ronald Reagan.Un paseo por la historia universal de la mano de piezas oratorias que tuvieron destacadas consecuencias en el devenir.