Hace tiempo que algunos nos veníamos temiendo un brote de violencia en Cataluña, derivado de la frustración a la que va a conducir el llamado proceso soberanista, y un informe secreto del Gobierno nos ha venido a dar, desgraciadamente, la razón.

No tan secreto, ese dosier, desde que la revista Tiempo lo ha desvelado en sus páginas, en un reportaje de Antonio Fernández que facilita al lector las claves de una posible kale borroka en Barcelona y otras ciudades de la Comunidad vecina.

Las alarmas han saltado en el momento en que el seno de la Asamblea Nacional Catalana, un organismo pro--independentista amparado por CiU y por el propio Gobierno de Artur Mas, se han detectado militantes condenados anteriormente por delitos terroristas.

El Informe Asamblea, bajo el sello de Confidencial, está desde hace días en la mesa del presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy. En sus páginas se facilitan los nombres que conforman el núcleo duro de la Asamblea Nacional de Cataluña. Aparecen en su comité Carles Castellano, ex militante de Terra Lliure, condenado por actividades terroristas y colaborador de ETA; Carles Benítez, asimismo miembro de Terra Lliure; Josep Maria Terricabras, actual eurodiputado de Esquerra, considerado como un activista antifascista y antiespañol; el "antiguo sacerdote pro--etarra" Ignasi Argemí, y las hermanas Serra, Blanca y Eva, detenidas en varias ocasiones por pertenecer a Terra Lliure y colaborar con ETA.

El informe considera que la ANC, subvencionada en sus actividades por la Generalitat, aspira a crear un enorme tejido social que abogue por la independencia. Frente al 9 N, si no pueden votar, sus activistas intentarán ocupar colegios electorales y edificios públicos, como el Parlament, a fin de patentizar la decisión del Gobierno español y del Tribunal Constitucional de no permitirles expresar su voluntad. A esta acción seguirían otras de parecidas características en centros neurálgicos de la administración, cierres de Universidades y colegios y de determinados sectores del funcionariado.

Además de estas amenazas, hay que contar con que en Barcelona funcionan grupos muy activos y agresivos de antisistema y okupas, que podrían sumarse a la protesta. El panorama en Cataluña, como siempre que asoma la violencia, se complica cada vez más.