Miles de aragoneses conocieron en su época el Centro Mercantil de Zaragoza, en el número 29 de la calle Coso, cuando formaba parte activa del entramado urbano y de la vida social de la capital aragonesa. Después llegó la decadencia y el cierre a cal y canto. Pero ahora, tras más de una década de clausura, el edificio ha recuperado el esplendor desaparecido, gracias a una espectacular restauración que ha puesto en valor todos sus detalles, hasta los más pequeños. El inmueble se abre el próximo viernes como sede de Cajalón, un lugar para ver y disfrutar como los ojos bien abiertos.

Han sido dos largos años de trabajos, comenzando por la consolidación de las estructuras de un inmueble que amenazaba ruina. El arquitecto José María Valero ha sido el artífice de esta recuperación y ha realizado un proyecto detalle por detalle, con el gusto por la obra bien hecha. El Centro (que fue después Casino) Mercantil renace de las cenizas del tiempo, con sus figuras, pinturas, tapices, vidrieras, puertas modernistas, apliques, lámparas de cristal, materiales nobles, escaleras y artesonados, algunos con fecha que se remonta al siglo XVI. Porque el espacio asomado al Coso nació como un palacio aragonés, en el año 1530, y posteriormente pasó a ser propiedad de los duques de Azara. El caserón llegó al siglo XX y fue el arquitecto Francisco Albiñana quien reformó sus fachada y los salones, subrayándolos con un marcado estilo modernista, muy del momento, ejemplo del empuje burgués. Décadas después, Francisco Iñiguez recuperó la parte posterior del castigado edificio.

El arquitecto José María Valero y los responsables de Cajalón, entidad que ha sacado a flote esta joya urbana, se mostraban ayer muy satisfechos con el resultado final. Casi 500 años después, el edificio se abre nuevamente a la ciudad, con los deberes hechos de cara al siglo XXI. Sus salones profusamente decorados, escaleras, sala de actos, despachos y otros espacios viven desde esta semana su mejor momento.

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