Vaya por delante que investigadores, científicos y expertos en general advierten de que es bien probable que el SARS-CoV-2, que así se llama oficialmente el bicho por su acrónimo inglés, se quede aquí para siempre, al estilo de la gripe, virus con el que se convive con amplia aceptación. Viene y va todos los años con sus distintas variantes, siempre bajo control pero cebándose con los más débiles. A falta de certezas, a ese nivel quedará el coronavirus que este domingo empezará a aniquilar la vacuna fabricada por Pfizer. Llegan unas cuantas dosis a primera hora de la mañana a Aragón, donde se estrenarán en la Romareda y poco después partirán rumbo a las otras dos residencias elegidas: San José de Teruel y Somontano de Barbastro.

Si el funcionamiento es correspondiente a los ensayos, se entiende que en verano se empezará a respirar vieja normalidad. Faltan por saber detalles, algunos tan importantes como la duración que tendrá la inmunización y la respuesta en los distintos grupos, sobre todo en cuanto a edad y distintas afecciones. No obstante, nadie duda de que esta vacuna de Pfizer, a la que se unirán muy pronto las de Moderna o AstraZeneca, por decir, será el principio del fin de este coronavirus.

«Al final tendremos 5 o 6 vacunas donde elegir. Malo será que el año que viene esto no esté medio controlado. Lo que hay que dar por hecho es que nunca se irá, vamos a tener que convivir con él», dice el epidemiólogo Nacho de Blas, con quien comparte opinión Adrián Velázquez, miembro de la Real Academia Nacional de Medicina: «Si las farmacéuticas son capaces de suministrar las vacunas que son necesarias, en el 2021 puede estar controlado, pero no hay que olvidarse de los países en desarrollo, que de ellos no se está hablando mucho. Si son capaces de fabricar una cantidad suficiente, para el verano yo pienso que la situación habrá cambiado bastante, sobre todo entre personas de cierta edad o en ámbitos de más riesgo. Al menos habrá cambiado esa situación de inseguridad».

En la misma línea se mueve el investigador Araid Santiago Ramón-García, que se declara «optimista» de cara al 2021. «Volveremos a una dinámica mucho mejor que en el 2020 seguro. «Un año de estos deja poso en la población. La gente va a seguir siendo precavida y usando mascarillas e hidrogeles, así que confío en que el próximo verano será bastante más tranquilo». Antes, no obstante, aún queda el último contraataque del virus. «Enero y febrero supongo que serán complicados y habrá otro repunte. A partir de entonces irán las cosas a mejor».

La primera fase de la campaña de vacunación estará dirigida a los residentes y el personal sanitario de las residencias, ya sean de mayores o de discapacitados. A este grupo le seguirá el personal del ámbito sanitario y las personas consideradas grandes dependientes, con necesidad de intensas medidas de apoyo, que no estén actualmente institucionalizadas. Las siguientes fases irán entrando en el calendario escalonadamente en los próximos meses, según sea la disponibilidad de las vacunas.

Como regla general, la vacunación se realizará de lunes a jueves, dejando los viernes para el rescate de personas que no hayan podido vacunarse o hayan dado una negativa de última hora.

En enero llegarán entre 50.000 y 60.000 dosis, que servirán para vacunar «a una primera cohorte de 30.000 personas», explicó Francisco Falo», director general de Salud Pública, que anunció una previsión de que en enero lleguen 12.000 dosis semanales de esta primera vacuna autorizada -se llama exactamente BNT162b2, de Pfizer BionTech-, con las que se cubrirá las dos dosis para residentes y trabajadores sociosanitarios.

El proceso pivotará en torno a la Atención Primaria y requiere una logística especial por las características propias de la vacuna, que se almacenará únicamente en el hospital Clínico Universitario Lozano Blesa de Zaragoza, donde ya se han instalado los dos ultracongeladores capaces de mantener las dosis recibidas a -80 grados. De ahí serán distribuidas a los centros de salud a través de tres rutas urbanas en la capital y otras 15 para el conjunto del territorio.

Este transporte se realizará en un tiempo máximo de ruta de 7 horas en condiciones de refrigeración de entre 2 y 8 grados. Una vez en el centro, las vacunas se podrán mantener en esas mismas condiciones de refrigeración durante cinco días. Además, la distribución del resto de material necesario se llevará a cabo desde los almacenes centrales del Servicio Aragonés de Salud, ubicado en Plaza.

La campaña de vacunación comenzará a abrirse a otros colectivos en primavera, aunque las fechas pueden variar en función del número de vacunas que vayan siendo aprobadas y del abastecimiento. Sanidad establecerá un sistema de cita y una agenda para que un porcentaje importante de la población llegue a verano inmunizado. La batalla seguirá hasta final de año, cuando se espera que el covid-19 sea poco más que cualquier otro virus, igual de molesto y común.