"Había cola en la calle todos los días. Era todo un acontecimiento en la ciudad". Rosa González recuerda los inicios de la Pizzería Salvatore, primer negocio que popularizó en Zaragoza el manjar italiano. El arte con las manos, el empeño y el buen hacer de su marido Salvatore Cuomo, fallecido el pasado mes de septiembre, elevaron el restaurante a fenómeno. "A un chico que estuvo trabajando aquí le decía: tienes que hacer la pizza como si acariciaras a una mujer, como si fuera tu novia. Porque la masa tiene vida". Reclama la autoría de la pizza aragonesa y asegura la pervivencia del negocio, pese "a que se nos ha ido un pilar fundamental".