No es una obra cualquiera la que abrirá San José en ‘todas direcciones’ a final de año. No lo es por lo que supone para el barrio, sobre todo porque por fin se cumple una promesa repetida durante décadas. Servirá para enlazar la zona Este de la ciudad con los cinturones y permitirá poder concebir el cercanías como un metro para la ciudad, aunque en San José todavía esperan que las líneas del tranvía formen un aspa. Además, se generará una escena urbana mejor en la que crecerá una nueva zona vecinal que debe impulsar al distrito hacia el futuro.

La avenida San José es la arteria que da nombre a este distrito zaragozano formado por un único y popular barrio que tomó su nombre de un antiguo convento y posterior presidio situado junto a la ribera del río Huerva, en el camino que conduce al Bajo Aragón. Su trazado en sentido Norte-Sur sirvió para conectar los terrenos agrícolas de Miraflores y Montemolín con la ciudad en los años 30 del pasado siglo, así como para conectar con Torrero.

Esta vía surca el barrio desde la antigua carretera del Bajo Aragón, actual avenida Miguel Servet, cruzando Cesáreo Alierta y subiendo hasta el Canal Imperial de Aragón para quedarse a las puertas de La Paz. Va camino de un siglo que su construcción cambió la vida de esta zona que empezó a crecer a mediados de siglo con la llegada del tranvía y explotó a partir de los años 60, momento en el que empezó a crecer hasta los casi 70.000 habitantes que tiene hoy en día.

Llegará a ellos, creen, cuando desaparezca el paredón de Tenor Fleta. «El futuro del barrio será esplendoroso gracias a esta obra», dijo Víctor Serrano, concejal de Urbanismo que anunció la operación de cirugía con la que prevé terminar este diciembre con la conocida cicatriz. En el barrio no se fían: «Hace días que no se ve a nadie trabajando por aquí»,

San José puede presumir de edificios de todo tipo, desde la harinera o la fábrica de Ambar hasta el pabellón Príncipe Felipe. Estuvo incluso a punto de tener un estadio de fútbol si hubiese salido adelante la idea del Gobierno PSOE-PAR, que acabó por rendirse en el 2011 a la realidad económica del momento. Desde luego, habría ayudado al despegue definitivo de un barrio que presume de parques (La Granja y La Memoria) y queda cerrado al sur por la zona verde de Pignatelli, que crecerá en 23.000 metros cuadrados en los que cabrán 107 viviendas.

Por ahí esperan en la Asociación Vecinal San José que se empiecen a cumplir algunas de las promesas recibidas en los últimos años. «Las inversiones no han llegado a nuestro barrio. Echamos en falta que gasten como en las plazas del centro, como en Santa Engracia o Los Sitios. Igual que se plantean la cota cero en la zona noble de la ciudad lo podrían hacer en los barrios. En la avenida San José hay aceras de 30 o 40 centímetros de alto donde es bien difícil apañarse con un carrito o una silla de ruedas», explica Juan Carlos Crespo, que lamenta que se haya guardado en el cajón el plan de barrio elaborado en la anterior legislatura, «una guía con la que todo el mundo está de acuerdo y que permite no tomar decisiones a salto de mata sino con organización».

Participación

Las quejas se extienden al Área de Participación, sobre todo porque en el ayuntamiento se toman muchas decisiones «sin contar con la consideración ciudadana». Hay cosas que no pasa por la junta de distrito como las zonas reguladas de aparcamiento. «Nos parecía bien que la pusieran, la azul y la naranja», ya que muchos vecinos se quejaban en Reina Fabiola, «pero queríamos que aprovecharan para hacerlo en toda esa zona y al final parece que solo van a poner la azul y en esa calle. Parece que está aprobado, aunque a nosotros no nos han llamado».

Tampoco se entiende muy bien el trato que se le está dando al comercio de proximidad, que no se potencia como se debería en las actuales circunstancias. «Hay muchos negocios en los que hoy en día solo pueden entrar una o dos personas a la vez y que están haciendo un esfuerzo enorme, pero luego ves las grandes superficies y no hay control alguno. Esta es la historia de dos ciudades, y no precisamente la de Dickens», afirma Crespo, que solicita una descentralización del gasto.

Quedan otras peticiones como la adecuación del Canal Imperial de Aragón a su paso por el barrio, «que está prácticamente ejecutada en todos los puntos menos aquí»; la conversión de la avenida San José «en nuestra calle Mayor» y un tercer centro de salud, «que será necesario por el número de cartillas que ya tenemos y por la cifra de habitantes, que nos acercaremos a los 70.000 cuando se cierre la orla Este».