Hay que permanecer estos días muy atentos a los gestos y palabras del político que realmente manda en España, que no es otro sino Andoni Ortuzar, presidente del PNV. Allá, en su Comunidad autónoma, el País Vasco, cada vez más parecida a un estado asociado, la bandera de España no ondea en ninguna parte y el PNV manda, como lo ha hecho siempre, a placer, sin escándalos ni réplicas. Además, desde que sus cinco diputados son vitales en el Congreso de los Diputados, Ortuzar aprueba o reprueba los presupuestos de todos los españoles, los de Montoro, y nos pone o nos quita presidente.

En el contexto de la moción de censura, los votos del PNV volverán a ser el próximo viernes cruciales en la suma de Pedro Sánchez para ganar el boleto a La Moncloa, o en la de Mariano Rajoy para seguir viviendo (habitando, más bien), en el palacio del poder, cada vez más lleno de fantasmas.

Hasta el momento, lo que Ortuzar ha dicho es que la moción de Sánchez le ha parecido precipitada, y que habría que haberla cocinado mejor. Cuando un vasco habla de cocina, es que está largando en serio. Su portavoz en el Congreso, Aitor Esteban, especialista en arramblar millones de euros en cuanto se incorpora al orden del día del Congreso una nueva votación donde sus cinco voticos resulten decisivos, ha dicho que habrá que ver.

De modo que Sánchez, si quiere que le aprueben el guiso, y graduarse de masterchef, en vez de como pinche en la cocina vasca, no va a tener más remedio que ponerse el mandilón y socarrarse en los fogones de Euskadi. Para ganarse la confianza de la exigente clientela vasca deberá servirle producto de primera calidad, y en cantidad suficiente como para repetir de primero y segundo, y todo ello, más el postre y los cafés, y hasta los chupitos, a presupuesto asequible, o invitando, oyes, que es el mejor camino para emprender viajes o alianzas.

De no ser así, de no ofrecer Sánchez a Ortuzar otro beneficio que el relevo de Rajoy, los peneuvistas lógicamente se quedarán quietos en la mata, a verlas venir, y a seguir cobrando, oyes pues, de Montoro.

¿Debería el PSOE haber cocinado más tiempo y mejor su moción? Probablemente, pero en este mundo de política on line, donde cada segundo parece se vaya a caer el mundo, la ansiedad es un factor a tener en cuenta. No así la memoria. Porque, ¿quién se acuerda de Cifuentes?