La casualidad ha querido que el alcalde Pedro Santisteve y su predecesor en el cargo compartan la calle Don Jaime I como epílogo de su mandato. El socialista, afrontó su último debate del estado de la ciudad rectificando en el 2014 el anuncio estrella de peatonalizarla, en un proyecto que muchos aseguran que se sacó de la chistera días antes de la sesión del 2013. El actual llega a la sesión que arranca el próximo jueves con esa renovación terminada. Sin consultar con nadie de la oposición, su proyecto más reconocible a seis meses de la cita con las urnas, es una realidad por la vía de los hechos y un ejemplo de lo que ha sido su mandato y cómo afronta esta contienda.

Santisteve no necesita vencer, solo convencer. No de sus ideas, sino de cómo la soledad no le impide lograr cosas. Y no solo al ciudadano sino también a la nueva confluencia, con Podemos, que le marcan en corto y definirán su futuro en las listas del 2019. El debate, quizá, medirá más el estado del alcalde de un Gobierno en minoría, en apariencia cansado y más deseoso de echar el pulso en mayo que de confiar en que algo cambie algún día. Lo que no ha logrado en tres años y medio, difícilmente lo hará en seis meses, pero al menos no renunciará a vender ilusión, con tres ejes fundamentales en su discurso: la movilidad (haciendo el suyo del vehículo eléctrico), la cultura y una emergencia social que no cesa en la calle. Que nadie espere el compromiso de licitar la línea 2 del tranvía antes de mayo, ni fuegos de artificio que luego no se cumplirán, dijo el alcalde en su reciente visita a El PERIÓDICO.

Los debates sobre el estado de la ciudad sirven para poco más que para ser termómetro de la buena o mala salud de quien gobierna. En el último año de legislatura y con la precampaña electoral ya en marcha desde hace semanas, toca vender ideas o adelantar programa. Intentar sumar apoyos y si no, achacarlo al boicot de la oposición, que lo ha explicado casi todo para él. Aunque al menos el golpe dado a las sociedades municipales en febrero parece ya agua pasada. Rectificó y se ha demostrado que ni con la oposición dentro ni fuera se pretendía hacer algo concreto.

Así que Santisteve se la juega con el evidente distanciamiento que mantiene desde hace demasiado con los grupos de izquierda. Con un PSOE crecido que, con las encuestas a favor, ya no necesita convertirse en el mayor azote de ZeC. Ni reírle las gracias al alcalde. Y con Chunta, que sabe que el enemigo común en la bancada de enfrente, el PP, le da más réditos que ser verdugo de los múltiples fallos de quien ha mantenido en el poder, junto a los socialistas, durante una legislatura entera.

Quizá al Gobierno le viene bien que el socialista Carlos Pérez Anadón tenga a su sucesora, Pilar Alegría, muy pendiente de lo que diga y sin tener nadie claro si ella hará suyos cada uno de los deseos que este plantee en el salón de plenos. Sobre todo porque las quinielas sobre el futuro grupo municipal ya han empezado y los pronósticos son pesimistas con respecto a la continuidad de muchos de sus concejales. En 2014, Belloch cedió el testigo de las propuestas al candidato Pérez Anadón, que ya estaba en su particular precampaña. Ninguna de esas ideas se materializaron. Entonces, CHA e IU hicieron valer un papel de minoría decisiva y se cargaron todos los proyectos estrella de los socialistas y del PP. Igual este año sea su oportunidad de intercambiar los papeles.

No sería de extrañar que Santisteve no consiga llevarse ni un logro a la mochila. Porque otra de las claves que marcan la sesión de este año es la evidente crisis que existe con la DGA. No ha conseguido poner fecha a la bilateral de la ley de capitalidad, y con el presidente Javier Lambán, la ruptura es más que latente. Sin acuerdo por la deuda del tranvía y con el enconamiento de ambos con el Impuesto sobre la Contaminación de las Aguas (ICA), difícil será que ambos depuren nada en solo una semana.

De hecho, ni siquera es seguro que Lambán asista a este debate, ya que fuentes oficiales de la DGA aseguraron que «no se ha concretado aún» su asistencia, que se hará esta semana pero que, en todo caso, el Gobierno aragonés sí que «estará representado». Le imprimirá un perfil u otro a la cita con Santisteve.

Solo un PP muy necesitado de apuntar al PSOE puede aliviar esa soledad del alcalde, o esa minoría en la que, últimamente, solo parece acompañarle Chunta. Porque los conservadores disparan a todo lo que se mueva por arriba en las encuestas, y el candidato, Jorge Azcón, no le hace ascos a ninguna oportunidad. ¿Qué mejor ocasión para atajar la supuesta estampida de votantes que le auguran los pronósticos?

Frente a los conservadores, Ciudadanos (Cs) tiene la oportunidad de ser la derecha propositiva que saca adelante propuestas. Fáciles, de una derecha amable que le va bien, y sin el PSOE entre sus objetivos para atacar, para así barrer para casa y no destacar en lo negativo. No es difícil pasar de canto, con la crispación que alcanzan otros partidos.

Así que los partidos minoritarios, como en el 2014, pueden ser decisivos en un clima de precampaña electoral en el que el alcalde de la quinta ciudad de España puede estar un día arriba criticando a la Iglesia por permitir que la Virgen del Pilar luzca un manto de la Falange y el anterior abajo por permitir que una terrorista del Grapo condenada por asesinar a nueve personas dé una charla en el Luis Buñuel.

En este punto está la política municipal, el estado de la Zaragoza que Santisteve gobierna, cada vez más a golpe de decisiones unilaterales. Unas veces aplaudidas por la gente, otras reprobadas hasta la saciedad. Y con un historial de polémicas importante, él es la cara visible de un proyecto con dudas dentro y fuera.

Enfrente estará también la cúpula de Podemos e IU, a las que también debe convencer. Por un proyecto de futuro del que ya se han descolgado tres de los nueve concejales (y los que quedan) y en el que ni siquiera es seguro que él continúe al frente. A ellos también debe convencer y, llegado el momento, vencer. Y a quienes discrepan sobre el perfil de aspirantes en listas. Pocas oportunidades como esta habrá para él.

Al menos tiene un proyecto de presupuesto del 2019 preparado, porque aunque no hay mayoría que lo defienda, desde el búnker de la planta noble del consistorio, artillería nunca falta.