El Ayuntamiento de Zaragoza vivió ayer un pleno caliente, hasta tal punto que el alcalde, Pedro Santisteve, decidió suspenderlo por unos minutos tras la reunión que mantuvo con los portavoves de los diferentes partidos. El motivo de ese tiempo muerto inédito en esta legislatura (después se reanudó la sesión), fue Fernando Rivarés, quien estaba agitando la antorcha de la discordia fuera del foco de un debate muy crítico con la ejecución del presupuesto, con de 44 millones sin ejecutar en Urbanismo. El concejal de Economía y Cultura se sintió acorralado por la oposición y respondió en un tono mucho más impulsivo del que le caracteriza, alejado por completo del tono de cortesía que exige la cámara.

Rivarés saltó con pértiga la línea roja señalando con el dedo a los ediles socialistas que no repiten en las listas (en concreto con Javier Trívez) e ironizando con la portavoz de Ciudadanos, Sara Fernández, al señalar que no la “no le dejaron hablar” en el acto político de la formación naranja que tuvo lugar este domingo en Zaragoza. El socialista Roberto Fernández le gritó "traidor", sin duda para recordarle su transvase político de IU a Podemos para asegurarse plaza de concejal tras el 26-M. En pleno intercambio de golpes, Santisteve intentó suavizar los ánimos diciendo que si no interrumpieran a Rivarés este "no entraría al trapo". Como la polémica iba subiendo de temperatura, el edil optó por suspender la sesión y, con posterioridad, solicitar que "no se hagan referencias a situaciones personales o en el marco de las elecciones porque no le competen a este pleno".

Fernando Rivarés, al margen de esa reunión de urgencia reservada para los portavoces, permaneció fuera del salón. Calmada la atmósfera, el alcalde no dio opción después del parón a que el concejal de Economía y Cultura siguiera con su turno.